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Sábado 15 de Noviembre, Neuquén, Argentina
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La caída de Bebote: un operativo relámpago frenó la batalla por la tribuna de Independiente

A horas del duelo con Rosario Central, la Policía detuvo a Pablo “Bebote” Álvarez y a más de cien barras que buscaban recuperar la popular norte. 

Sabado, 15 de noviembre de 2025 a las 20:33
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Operativo en Avellaneda: la Policía detiene a Bebote Álvarez y a parte de su facción en la previa del duelo ante Rosario Central.

El sábado arrancó espeso en Avellaneda. Mucho antes de que la pelota empezara a rodar contra Rosario Central, la tensión que venía cocinándose en silencio estalló en las inmediaciones del Libertadores de América-Ricardo Bochini. Allí, en la zona de los siete puentes, la Policía frenó el avance de la facción que responde a Pablo “Bebote” Álvarez y ejecutó un operativo relámpago que terminó con la detención del histórico líder y más de cien de sus laderos, incluidos su mano derecha, Alejandro “Terremoto” Caiño.

Los trasladaron directamente a la comisaría 1ª de Avellaneda bajo imputaciones de resistencia a la autoridad y violación a la Ley de Deportes. Cuatro barras terminaron heridos con balas de goma en el choque con las fuerzas de seguridad. El objetivo: evitar que la disputa con la barra oficial, que aún no había llegado al estadio, derivara en un enfrentamiento abierto en plena previa del partido.

La escalada se venía gestando desde hacía días. Bebote había anunciado su intención de volver a la popular norte, su histórico territorio, mientras la barra oficial, Los Dueños de Avellaneda, liderada por Juan Ignacio “Juani” Leczniki y Mario Nadalich, contestaba con amenazas explícitas. En un ida y vuelta de videos, banderas y mensajes en redes, Álvarez exhibió trapos que decía haberle arrebatado a Nadalich; los oficiales respondieron con un encuentro multitudinario en el club Juventud Unida, donde 300 barras cantaron al unísono: “Bebote, querido, te vamos a cagar a tiros”.

En el trasfondo, la salida de prisión del ex jefe de la barra había reordenado el mapa interno. Bebote buscó rearmar su tropa, pero la dispersión y la irrupción de nuevas facciones lo complicaron. Todo cambió después del partido ante Universidad de Chile por la Sudamericana, cuando la barra oficial perdió respaldo dirigencial y varios integrantes recibieron derecho de admisión. En ese contexto, la presencia reciente de allegados a Álvarez en la platea Erico volvió a encender las alarmas.

El punto más caliente ocurrió días atrás, cuando Bebote se cruzó en la calle con Mauro Romero Avendaño, referente de la facción oficial del barrio Piñeiro, también con derecho de admisión. El choque fue breve, tenso y dejó una sentencia: la interna iba rumbo a un estallido.

Aprevide detectó en paralelo más de 150 actualizaciones de carnets en la sede del club, lo que encendió sospechas de una maniobra para facilitar ingresos a la fracción disidente. Exigió entonces el listado completo de socios habilitados. Además, reforzó el operativo de seguridad: a los 450 efectivos habituales se sumaron cuatro dotaciones de Infantería, elevando el total a 570.

Las desconfianzas también alcanzaron a la política interna del club. Se investiga la presunta vinculación de un vocal suplente con el grupo de Bebote, sospechado de repartir entradas de protocolo. En el último partido de local, la Policía ya había detectado movimientos irregulares y tickets de cortesía en manos de barras. Aprevide pidió mayor transparencia y advirtió que cualquier incidente en la popular norte derivaría en sanciones directas al club.

En las horas previas al duelo con Central, la agencia también inspeccionó el local Paladar Rojo, propiedad de Álvarez, que podría ser clausurado por incumplimientos municipales. Todo esto en un clima de creciente sospecha por los cambios en el área de seguridad del club. Aunque José Macchioli sigue como jefe, Néstor Grindetti sumó como asesor a Carlos Ganduglia, ex secretario de Seguridad de Lanús, donde el jefe de la barra era Diego “Fanfi” Goncebatte, íntimo amigo de Bebote y hoy prófugo en una causa por instigación al homicidio en una interna de la barra granate.

En ese contexto cargado, el operativo que terminó con la detención de Bebote Álvarez buscó desactivar una noche que prometía pólvora. Ambos bandos habían anticipado que irían a la cancha “a recuperar lo que es nuestro” y “a defender la tribuna como sea”, con video-amenazas que incluían armas de fuego. La gente común, la que solo quiere ver fútbol, quedó otra vez atrapada en medio de una guerra por la tribuna que se libra hace años y que le vuelve a pasar factura a Independiente.

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