El 4 de julio de 1926, en una casa humilde del barrio porteño de Barracas, nació Alfredo Di Stéfano, un nombre que con el tiempo se volvería sinónimo de grandeza. A casi un siglo de aquel día, el mundo del fútbol todavía lo recuerda como uno de los jugadores más influyentes de todos los tiempos. No solo por sus títulos, sus goles o su inteligencia táctica, sino por haber redefinido lo que significa ser un futbolista completo. Hoy celebramos un nuevo aniversario.
De River a la historia grande
Di Stéfano debutó en la primera de River Plate en 1945, pero debió buscar rodaje en Huracán antes de ganarse su lugar en el Millonario. Cuando volvió al club de Núñez, lo hizo para ser campeón y brillar junto a las estrellas de “La Máquina”, aunque su paso fue fugaz. La huelga de futbolistas en 1949 lo llevó a Colombia, donde vistió la camiseta de Millonarios de Bogotá y fue ídolo absoluto. Allí deslumbró con su juego total, una especie de mediocampista, delantero, conductor y obrero a la vez. Su figura ya trascendía fronteras.
El Real Madrid y la leyenda
Fue en España donde Alfredo Di Stéfano se transformó en mito. La historia es conocida: tanto el Barcelona como el Real Madrid lo querían, y una polémica negociación lo llevó a la Casa Blanca. Fue allí donde el argentino cambió para siempre la historia del club. Ganó cinco Copas de Europa consecutivas entre 1956 y 1960, marcando goles en todas las finales, y formando una dupla inolvidable con Ferenc Puskás.
Su influencia no solo se limitaba a los resultados: jugaba de todo y en todas partes. Atacaba, recuperaba, organizaba. Fue precursor del “fútbol total” que años más tarde adoptaría la selección neerlandesa. Era, como dijo alguna vez Johan Cruyff, “el jugador más completo que vi en mi vida”.
Más allá de los colores
Aunque vistió las camisetas de tres selecciones (Argentina, Colombia y España), el fútbol no le devolvió el sueño de jugar un Mundial. Una paradoja dolorosa para alguien que lo ganó todo a nivel clubes. Pero Di Stéfano no necesitó una Copa del Mundo para ser inmortal. Inspiró a generaciones de cracks: Pelé, Cruyff, Maradona y Zidane han reconocido su legado.
Fue el primer Balón de Oro Súper Honorífico, una distinción única creada para él. Entrenador del propio Real Madrid durante los 80 y presidente honorario hasta su muerte en 2014, Di Stéfano fue mucho más que un ídolo deportivo: fue un símbolo de entrega, inteligencia y carácter.
El jugador del siglo que jugó en todos los tiempos
El legado de Di Stéfano sigue vivo cada vez que un delantero baja a recuperar, cuando un volante pisa el área con convicción, o cuando se habla de la “mística” del Real Madrid. Su figura está esculpida en bronce en la puerta del estadio Santiago Bernabéu, pero sobre todo, vive en cada amante del fútbol que entiende este juego como algo más que goles.
Nacido en la tierra de potreros y crecido entre sueños migrantes, Di Stéfano no solo jugó al fútbol: lo reinventó. Y desde aquel 4 de julio de 1926, el deporte fue, simplemente, un poco mejor gracias a él.