OPINIÓN: Rubén Boggi

Esperando el 25, sin certezas

No es tiempo de certezas. Pasa cada vez que se pretende vivir en el futuro, sin esperar a que éste llegue y se transforme en presente. La política neuquina, acelerada, ansiosa, sumergida en el indefinido caldo de la coyuntura nacional, intenta anticipar sucesos con ánimo de hacerlos reales.
lunes, 19 de octubre de 2015 · 19:37
No es tiempo de certezas. Pasa cada vez que se pretende vivir en el futuro, sin esperar a que éste llegue y se transforme en presente. La política neuquina, acelerada, ansiosa, sumergida en el indefinido caldo de la coyuntura nacional, intenta anticipar sucesos con ánimo de hacerlos reales. Pero esto no se logra. Y siguen las incertezas.


Chihuido podrá ser. Pero lo cierto es que todavía falta la confirmación rusa. Vaca Muerta es una realidad, como también lo es que no están las inversiones necesarias para su desarrollo pleno: falta todavía para aplicar la teoría del "derrame” y que el gas y el petróleo vuelvan a levantar el nivel de vida de los neuquinos. Así, las certezas quedaron atrás y vuelven las dudas. No ya sobre la existencia del asunto, sino sobre el cuándo se hará evidente. Y lo que pasa con estas obras e inversiones mega-económicas, de profunda implicancia para la suerte de la Neuquén de los próximos años, pasa también en lo estrictamente político.


En la semana, hubo una infinidad de versiones asegurando que Daniel Scioli anunciaría formalmente la inclusión de Jorge Sapag como ministro de Energía. Pero, mientras circulaban estos apurones para trasmutar futuro en presente, se comentaba en los ámbitos bien informados que en realidad el Scioli-kirchnerismo había mutado en la idea original de elevar de secretaría a ministerio esa área económica, para dejarla sin innovar, como secretaría. Y que por lo tanto ya no le interesaría tanto a Sapag el eventual cargo, o mejor dicho, la importancia de una inserción política con poder de decisión dentro del próximo gobierno nacional (eventual, porque primero Scioli debe ganar las elecciones y esto tampoco está asegurado). No es lo mismo ser secretario que ministro. Sobre todo en el intrincado plano de la burocracia política nacional.


Además, esas versiones indicaron que el candidato para ocupar el ministerio que hoy conduce Julio De Vido (Planificación Federal e Infraestructura), sería Diego Bossio, el actual titular de la ANSES. La secretaría de Energía, pues, dependería de este joven político K. A juicio de los neuquinos interesados en ese tema, sería una postergación de entrada, una sujeción a un modelo inaceptable.


A la par que sucedía esto, se congelaba a último momento la idea de concretar otra reunión de la Ofephi, y se diluían anuncios mayores para estabilizar el agitado mundo empresario del sector petrolero, ya que del encuentro entre Cristina Fernández y Daniel Scioli en Caleta Olivia, el viernes, no surgió más que el "pedido” de la presidente a su supuesto sucesor de construir una destilería "en el límite entre Chubut y Santa Cruz”. Nada se mencionó oficialmente acerca de imponer "garantías” para sostener las fuentes de trabajo, algo que desvela a los sindicatos petroleros y también a las empresas, que no quieren perder empuje pero tampoco plata. Menos todavía, se habló de quién ocuparía la cartera de Energía.


En sintonía (o no) con todo esto, el gobernador electo y actual ministro de Economía (y además presidente de la Junta de Gobierno del MPN), Omar Gutiérrez, participó de un encuentro "de trabajo” en el sindicato petrolero que todavía conduce Guillermo Pereyra en Neuquén. El encuentro fue de tono electoral, para reafirmar que el sector de Pereyra (lista Azul y Blanca) trabaja para la candidatura presidencial de Sergio Massa. Gutiérrez fue, aseguraron, para acompañar a los candidatos del MPN, Rody Kaiser, Viviana Peseck y Silvia de Otaño. Se intentó separar ese hecho de un respaldo a Massa que Gutiérrez no puede dar, al menos públicamente, en función de su cargo como presidente de un partido que deja en libertad de acción a sus afiliados en los comicios del 25, en lo que hace a elegir presidente. En fin: más fácil (o inocente) hubiera sido que Gutiérrez no hubiera ido a sacarse la foto al lado de Pereyra. Quedó como otra picardía emepenista, que cada vez que puede, hace gala de su ubicuidad para estas situaciones. Lo mismo se hizo en los últimos días con la arremetida pro-Macri que encabezó un hombre que sigue sonando como eventual partícipe de la próxima gestión provincial, el ingeniero José Brillo.


Así, habrá que seguir esperando que las cosas sucedan cuando tienen que suceder. Por ejemplo, esperar al domingo 25. Apenas una semana, para definir si Daniel Scioli es el presidente que asumirá el 10 de diciembre, o si habrá balotaje en noviembre. Ninguna encuesta ha podido asegurar esto. El pueblo definirá y despejará incógnitas, y habrá entonces alguna certeza más sobre el tablero.


A esta instancia se llega desde Neuquén con una campaña absolutamente inocua. Nadie ha descollado. El Frente para la Victoria solo pudo arrimar la concurrencia de Teresa Parodi, una figura con más significación en el folklore que en la política, más allá de su tarea en la conducción como funcionaria de Cultura nacional. El macrismo atinó a meter alguna que otra declaración más o menos picante de sus exponentes locales. El MPN cumplió su liturgia alrededor de sus candidatos, sin mayor énfasis.


El poco entusiasmo no implica desinterés. Es, en todo caso, una demostración que Neuquén está jugado a estas apuestas que aún no se han concretado, las mega-obras que dependen del mundo más que de quién gane la presidencia.


Al MPN, y aquí hay más certezas que dudas, le espera una gestión difícil, desafiante. Tendrá, al mismo tiempo, la chance de avanzar con mayor autonomía y agresividad en una etapa en la que Argentina, inexorablemente, podrá abrir nuevamente su economía; y la tarea, complicada, de mantener una provincia con alto gasto estatal, en medio de demandas sociales sostenidas y crecientes.


Rubén Boggi

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