Cromañón: Crónica de una catástrofe anunciada

A principios del 2004, se anunciaba con bombos y platillos la apertura de un nuevo templo rockero en la zona de Once: República Cromañón. La noticia relevante que destacaban todos los medios era la cantidad de espectadores que soportaba el nuevo emprendimiento de Omar Chabán: más de 4500 personas.

Con el tiempo, todos sabían acerca de la cantidad de gente que asistía a Cromañón y de las bengalas que allí se arrojaban. Todos lo sabían, menos los funcionarios del Gobierno de la Ciudad que deberían haberse encargado de comparar la cifras publicadas por los diarios con la real capacidad de ingreso que debía registrar la habilitación municipal.

¿Nadie se dio cuenta de que se estaba "festejando" un "estadio rockero" con cuatro veces más capacidad que la autorizada oficialmente? O los funcionarios estaban mirando otro canal... o Cromañón estaba destinado a ser el típico espacio público en el cual el poder hace la vista gorda frente a las irregularidades palpables...

30 de diciembre de 2004, el reloj marcaba las 11 y 15 de la noche. Vivía con mi familia en un dúplex en calle Alderete. Cómo hacia habitualmente miraba rápidamente los canales de noticias para irme a dormir ¿bien informada?... a partir de esa noche hasta que arranqué la facu, no mire más ni crónica, ni TN, ni canal 7 después de las 11:30 de la noche...
"Último momento", "Urgente", "Tragedia", "Muertos", "Sobrevivientes", "Heridos", "Ambulancias", "Jóvenes", "Niños", "Madres inconscientes", "Músicos asesinos", "La música mata".... Era lo único que veía en las 32 pulgadas del viejo Tv Sony que teníamos en casa...

Cada cinco minutos, Crónica TV mandaba una nueva placa roja con números, números fríos, pibes muertos... Corridas, sirenas, gritos, autos particulares que se acercaban al lugar, para poder ayudar. Pedazos de chapas tiradas y maderas, simulaban de camillas, así cómo patrulleros y camionetas de vecinos se conviertieron en las "ambulancias" de Once... Un ciudad y un país en vilo...
Me levante cerca de las 10 de mañana, hasta los medios que habitualmente en estas fechas pasan documentales festivos, todos mostraban lo mismo... Centenares de personas se pegaban a la puerta de la morgue y de los hospitales, esperando no leer el nombre de aquel, o aquella, que ya no sabían dónde buscar. Se escuchaban los llantos y los gritos desgarradores cada vez que se pegaba una nueva lista...

Los 194 muertos iniciales, quienes murieron después y posiblemente no se tenga registro de ellos pues el humo tóxico inhalado los puede haber matado en cualquier lugar y circunstancia mucho tiempo después de aquel fatídico 30 de diciembre, los suicidados, los traumatizados de por vida y los vivos-muertos familiares de los pibes caídos en Cromañón se siguen preguntando y yo también me sigo preguntando... ¿dónde estaba el Estado cuando se anunció a diestra y siniestra el comienzo de una catástrofe anunciada?... Y 13 años después... ¿Dónde está el Estado?

A 13 años de una noche que dejó 194 zapatillas sin sus dueños...

Paula Sanchez