editorial

La nueva grieta en una Neuquén fatigada

Los sucesos violentos y sus dos interpretaciones. El nuevo Gabinete. La pulseada con los sindicatos y la realidad compleja.
sábado, 9 de diciembre de 2017 · 22:59

Tras los tristes y dramáticos sucesos del hospital Castro Rendón y de la fábrica MAM, hay básicamente dos posiciones políticas que interpretan los hechos, cada uno con su enfoque y conveniencia, y contribuyen a dividir tajantemente el campo de lo que se considera “popular” entre MPN-Cambiemos y el resto, abriendo una grieta que puede llegar a mantenerse durante un tiempo importante.

De un lado, el MPN y Cambiemos, diferenciados nada más que en cuestiones de administración del Estado, interpretan que ha llegado el momento en que la ley sea cumplida, y que esto incluye lo que se presenta y a veces disfraza como protesta social. Cambiemos, cómodo en su rol de administrador municipal sin policía, abona la “derechización” neuquina sin correr grandes riesgos ni pagar costo alguno. El MPN, mientras, hace malabares para no quedar atrapado en el “síndrome Bullrich” y demostrar que ante la suicida actitud bárbara alentada por la izquierda y el sindicalismo, sólo cumple en hacer lo que la Justicia decide, y en ese contexto, se declara inocente, aún de las consecuencias desgraciadas, sintetizadas, en los sucesos del viernes, en el peroné quebrado por una bala de goma disparada a corta distancia, del diputado Raúl Godoy.

Del otro lado, el peronismo kirchnerista residual, comandado centralmente en la coyuntura por Darío Martínez y Marcelo Zúñiga, más la izquierda, más la CTA, interpretan, también con diferencias que por el momento no hacen a lo esencial, que las represiones policiales son solo un síntoma de la derechización neoliberal. Así como Cristina Fernández le echa la culpa a Macri del accionar del juez Bonadío, en Neuquén se dibuja un satánico triángulo integrado por el Presidente, el gobernador Omar Gutiérrez, y el intendente Horacio Quiroga. Los tres, según esta visión de la realidad, forman parte de una cruzada que persigue el propósito de imponer un ajuste económico cruel que castigará a las clases populares argentinas, aunque sean estas las que los votan.

En medio de este triste panorama simplista, la realidad se presenta, con inocente crueldad, con severa independencia, lejos de la actitud ingenua de gobernantes que piensan en repetir fórmulas y persistir en recetas. Neuquén está complicado de verdad, más allá de las interpretaciones. Gutiérrez, aunque siempre sonría en público, en privado no la ha pasado demasiado bien. Se ha enojado mucho con el límite que se le impuso en la Legislatura al endeudamiento que podrá tomar en 2018. Ve que el monumental elefante que es el Estado se mueve sin elegancia, a paso lento, rompiendo a su paso cualquier intento de sutileza. La pulseada con los gremios apesta: sólo se percibe el empecinado esfuerzo en pedalear para adelante esa hermandad (al decir de Horacio Quiroga) que parece destinada a quebrantar la fe del MPN en su propio destino.

En lo inmediato, la refrescada del Gabinete intercambiará roles, aunque es dudoso que cambie protagonismos ya instalados. A los buenos signos macroeconómicos (repunte del precio del petróleo, consolidación de los planes para el desarrollo del gas) que presenta el contexto, le es difícil al gobierno complementarlos con un real control hacia la baja del gasto público. A esta altura, no se ve como preocupante la cantidad de dinero que se gasta, sino el mediocre resultado en los servicios que con eso se consigue. Los hospitales reman en un pantano. Las escuelas solo parecen persistir en su propio deterioro. ¿Se reaccionará ante esta realidad que es compartida hasta dentro del MPN? Un signo positivo se dio con la anunciada compra de un Acelerador Lineal, un aparato (50 millones de pesos) indispensable para tratamientos oncológicos, que desde hace tiempo se demandaba desde el Castro Rendón. Implicará que el gasto sea más efectivo, con menor cantidad de derivaciones. Se gastará menos, al fin, con esa inversión, y será muy productiva. También se dejó entrever que se revisarán las tercerizaciones que han crecido sin parar desde la década del ’90. Es otro negocio que combina corruptela con ineficacia.

En ese contexto, el gobierno también parece decidido a no entregarle a los gremios lo que se exige como una cosa natural, que es intervenir desde la CTA directamente en la contratación de empresas privadas para la Salud Pública. El tema estuvo bordeando la posibilidad concreta, impulsado por Carlos Quintriqueo y Jorge Marillán, en el proceso complicado del eventual convenio colectivo. El Gobernador, se supone, se ha juramentado en no aflojar una negociación salarial, con o sin convenio, antes de marzo. Pero los sindicatos están fuertes y han percibido, como animales en la estepa africana, el olor dulce de la sangre.

Por lo pronto, tras el nuevo Gabinete, vendrá una etapa que procurará ser ordenadora desde lo político. Es posible que Jorge Sapag intervenga con mayor énfasis, en este proceso que pasará por el tamiz de las elecciones internas en el MPN. De hecho, aunque ha estado muy ocupado con cuestiones personales, se dio un tiempo para hacer una elegante amonestación solo posible en función de su peso y su trayectoria, convocando a que el Gobernador y el vice Rolando Figueroa no exterioricen sus diferencias en ejercicio de sus funciones públicas, sino que las dejen, en cualquier caso, para el campo donde esas diferencias se deben dirimir, que es el partidario.

Sapag es una referencia importante para el actual gobierno, lo quieren o no sus funcionarios. También lo es el senador nacional Guillermo Pereyra. Ese cuarteto sigue tocando la música principal de la no siempre afinada orquesta emepenista. Hay otros músicos esperando su oportunidad, agazapados y trabajando fuera del escenario.

Rubén Boggi

 

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