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Sábado 15 de Noviembre, Neuquén, Argentina
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Neuquén frente a sus propios desafíos

 ¿Podremos, esta vez, convertir los anuncios en hechos concretos que mejoren la vida de los neuquinos?

Sabado, 15 de noviembre de 2025 a las 10:31
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La Legislatura neuquina dio un paso que podría marcar un antes y un después, y al aprobar créditos de magnitud significativa, deja clara la intención de moverse más allá del dar ‘palos de obra’ y de depender exclusivamente de los hidrocarburos. Pero esa intención por sí sola no garantiza nada: la diferencia la harán las decisiones que siguen -la planificación, la transparencia, la ejecución, y la rendición de cuentas- porque, si no se explica bien a la sociedad qué se hará, cómo, dónde, y con qué impacto, el crédito puede convertirse en otro costo y no en una palanca de desarrollo.

En Neuquén todo parece moverse entre dos fuerzas: El potencial inmenso de su tierra, y los límites de una realidad que todavía cuesta transformar. Esta semana, el gobierno provincial anunció una nueva inyección de dólares vinculada a los acuerdos por Vaca Muerta, junto con la autorización legislativa para tomar un endeudamiento de 300 millones de dólares destinado a obras de infraestructura.

En medio de esos números, surge una pregunta que nos interpela a todos: ¿podremos, esta vez, convertir los anuncios en hechos concretos que mejoren la vida de los neuquinos? Porque de promesas estamos llenos.

Cada gestión llega con su plan de obras, con su mapa de rutas, con su discurso de desarrollo. Pero el desafío real está en que esa inversión no quede solo en los papeles ni se diluya entre los intereses del momento. La deuda, en sí misma, no es mala palabra. Si está bien administrada, puede ser una herramienta poderosa para crecer. El problema es cuando se usa para tapar agujeros o ganar tiempo político.

En eso, Neuquén tiene la oportunidad de demostrar que puede hacerlo distinto. Porque tenemos lo que muchos sueñan: energía,  agua, recursos, producción, turismo, una sociedad con identidad. Y, sin embargo, seguimos enfrentando problemas que no deberían existir en una provincia rica:
rutas que se deterioran, barrios sin servicios, hospitales que esperan más inversión, escuelas que reclaman mantenimiento.

Por eso, este nuevo endeudamiento -y las obras prometidas- deben entenderse como una obligación moral de cumplir con la gente. No se trata solo de pavimentar kilómetros o inaugurar edificios. Se trata de construir confianza, de mostrar que la política todavía puede transformar la realidad, que el dinero del Estado vuelve al pueblo en forma de bienestar y no se pierde entre intermediarios ni promesas vacías.

Neuquén necesita que la infraestructura acompañe su crecimiento demográfico, que la riqueza de Vaca Muerta se traduzca en oportunidades laborales, en formación técnica, en planificación urbana, en energía accesible para todos.

Porque si el desarrollo no incluye a la gente, no es desarrollo: es negocio. Los neuquinos ya aprendimos a distinguir la diferencia. También es momento de mirar hacia adelante con visión regional. Cada obra que se planifica -una ruta, un gasoducto, un hospital- debe pensarse en función del Neuquén que queremos dentro de diez o veinte años. No del que sirve para cortar cintas antes de las elecciones. La política tiene hoy una oportunidad histórica: dejar de administrar la coyuntura y empezar a construir futuro.

Eso exige algo más que dinero: exige compromiso, transparencia y capacidad. Neuquén puede ser modelo nacional en energía, en producción, en educación técnica. Pero, para lograrlo, hace falta coherencia. No basta con anunciar obras: hay que hacerlas. No alcanza con endeudarse: hay que invertir bien. No se trata de sumar dólares: se trata de multiplicar confianza. Lo que hay que seguir de cerca, que las obras se liciten, ejecuten, terminen a tiempo y sin sobrecostos. Los créditos son útiles sólo si generan valor real, con una selección de regiones y proyectos que sea equitativa, no solo concentrada en núcleos urbanos o ya favorecidos.

Que la administración provincial mantenga la disciplina fiscal, que haya revisión de cuentas públicas, que los ciudadanos sepan qué se hizo, dónde, cuándo. Por eso, más que criticar el endeudamiento, queremos plantear desde este espacio una exigencia: que los 300 millones de dólares se conviertan en rutas transitables, en escuelas seguras, en hospitales equipados, en energía limpia, en empleo genuino.

Que el desarrollo deje de ser una palabra de campaña y se convierta en una política de Estado. Porque Neuquén tiene todo para ser una provincia modelo. Lo que falta es que el poder político, esté a la altura de su pueblo. Y esa, quizás, sea la deuda más grande de todas: la de hacer realidad lo que se promete.

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