Neuquén tiene un registro impresionante de obras públicas, tal vez como nunca o pocas veces se ha visto; y esto no puede considerarse algo menor en el año electoral, pues Rolando Figueroa, el gobernador, ha apostado fuertemente a una campaña que irá en crecimiento y comenzará a tornarse más protagónica después del 17 de este mes, cuando ya haya vencido el plazo para la presentación de listas, en una competencia que dividirá protagonismo entre dos oficialismos: el provincial y el nacional, justo una contradicción a medida para la larga tradicional federalista de Neuquén.
La presencia de hombres y máquinas trabajando es notoria en toda la provincia, y se vuelve casi avasallante en el distrito electoral más importante en número de ciudadanos que potencialmente podrán votar en octubre, la ciudad capital, que tiene en su intendente, Mariano Gaido, un aliado de la propuesta al Congreso que hace la Neuquinidad, y, bajo su administración, un cúmulo de obras importantes que están en ejecución o comenzarán a estarlo de aquí a fin de este año, incluyendo alguna, como la de un estacionamiento subterráneo para 800 vehículos, que será construida financiada enteramente por capitales privados, sin afectar un solo peso del erario público.
No es, se insiste, un tema menor, pues no solo significa un impacto concreto en mejoras de condición de vida para neuquinos, sino también el ejemplo casi ideal para contrastar contra la coyuntura defendida a capa y espada y con los pies para adelante del gobierno de Javier Milei: Es decir, una obsesiva idea sobre la importancia del déficit cero, a costa, entre otras cosas, de no gastar un peso en obras públicas, ni en aumento de sueldos para jubilados, ni siquiera en un poco de plata para los discapacitados. Es una contradicción inédita: un Estado que invierte fuerte, y otro que se concentra en reducir el gasto. Casi, dos caras de la moneda. Casi, dos obsesiones riesgosas; y, ciertamente, dos extremos muy reconocibles como opciones para los ciudadanos, que llegarán a octubre con los oídos llenos de gritos, aplausos y chiflidos en homenaje a las dos principales escuadras en la disputa.
Milei, y sus seguidores, parecen cómodos en ir a la batalla con la bandera de la anti-política. Es una consigna con algo así como que "aunque la verdad sea dura, y hasta agobiante, es preferible a ir con la mentira de gastar plata cuando no hay". Pero, claro, en el distrito neuquino puede llegar a ser distinta esta "verdad" relativa, porque, de hecho, plata hay, y mucha. Y, además, esa plata se está gastando en obras necesarias (rutas, escuelas, etc.), y menos, bastante menos, en una estructura burocrática y penosamente corrupta, como la que está quedando en evidencia en el juicio oral y público por la estafa con los planes sociales.
En este contexto, hay un choque evidente entre ideas de campaña nacionales, que, aquí, en Vaca Muerta, deberán traducirse de otra manera. Esto queda muy claro después del discurso por cadena nacional que pronunció Milei el viernes. Porque ese discurso fue apuntado directamente al kirchnerismo, a esa versión del peronismo que usufructuó el poder y el gobierno nacional durante 15 de los últimos 20 años; y, en Neuquén, ese tiro pasa elevado, no le acierta a nadie, porque si hubo algo de kirchnerismo, en los gobiernos del MPN; siempre fue lateral y de pura conveniencia.
Ahora, ya nada queda representado en el actual gobierno, pues quienes defendieron a ultranza a Cristina Kirchner están en retirada o en silencio o fuera del poder concreto, sepultados por un cambio político que cambió el eje del debate, lo despojó de ideología, y lo llenó de necesidad de pertenencia a una identidad territorial mucho más definida que lo que había logrado instalar el propio MPN.
De aquí a octubre, los anuncios, licitaciones y puestas en marcha de obra pública importante se sucederán con mayor vértigo al ya registrado en el primer semestre del año. Esta cartelera luminosa será difícil de disimular para La Libertad Avanza, si realmente pretende hacer campaña política basada en el ajuste del Estado, el orden en las cuentas públicas, la reducción de la inflación, pero, al mismo tiempo, enfrentando una empecinada oposición nacional de la que La Neuquinidad no forma parte, salvo ocasionalmente, cuando algún interés neuquino es cruzado en el camino por la ominosa motosierra.
En una semana más, las cosas se verán más claras, ya con las listas presentadas y en vías de homologación de la justicia electoral. Pero, por ahora, se puede anticipar esta característica importante: colisionarán dos ideas del Estado, no necesariamente opuestas, pero sí distintas. El menú, pues, podrá ser atractivo para los electores neuquinos.