A Donald Trump le venía saliendo todo bien. Tanto a nivel doméstico como internacional, el presidente de Estados Unidos pudo mostrar éxitos importantes que le permiten acelerar su recargada agenda proteccionista, antiliberal y antiglobalización con la que llegó a la Casa Blanca. Sin embargo, esta semana, la felicidad no pudo ser completa.
En los últimos días, desde Rusia y desde China llegaron mensajes preocupantes que podrían llevar a Trump a resignarse a cumplir uno de sus principales objetivos: frenar la guerra entre Rusia y Ucrania. No solo eso: se trataría de una situación que lo dejaría muy debilitado frente a China, que leería como un éxito y un alivio ese fracaso de política exterior de Trump.
Los éxitos que precedieron a la tormenta
El listado de éxitos políticos de los últimos diez días empieza con la intervención militar en la guerra entre Israel e Irán, que cumplió con su objetivo de destruir las principales instalaciones nucleares. Y a pesar de que muchos imaginaban que el conflicto iba a escalar, 48 horas después Trump impuso una tregua que las partes acataron rápidamente. Ahora Trump va por todo en Medio Oriente: es inminente que concrete una tregua de 60 días entre Israel y Hamas.
A esto hay que sumarle cómo los países de la OTAN se alinearon a su pedido de que aumenten sus presupuestos militares. Lo hacen por la presión de Trump, pero también porque, como viene la mano, más temprano que tarde se van a tener que hacer cargo solos de Putin.
En Estados Unidos, la decisión de la Corte Suprema de limitar el poder de los jueces para suspender cautelarmente decretos del presidente le deja el camino despejado para avanzar, sobre todo en su feroz agenda antiinmigrante. El fallo de la Corte está directamente relacionado con la decisión de terminar con el derecho a la ciudadanía por nacimiento que Trump busca negar a los hijos de inmigrantes que están en el país ilegalmente o con visas temporales, a pesar de que está garantizado por la Constitución. Los jueces federales son, a nivel doméstico, quienes más resistencia le han puesto a las decisiones de Trump para ampliar sus facultades.
Para cerrar la lista de los éxitos de Trump, en los últimos días se aprobó la “Big Beautiful Bill”, el presupuesto que Trump logró hacer pasar por el Congreso a pesar del disgusto de miembros de su propio partido.
Llegaron las malas noticias desde Moscú
El jueves, Trump y Vladímir Putin hablaron por teléfono y el presidente ruso le dejó claro que su ejército continuaría la guerra hasta cumplir con los objetivos marcados. El líder estadounidense no ocultó su enojo: "Estoy muy decepcionado con la conversación con Putin. Sinceramente, me parece que Putin ya no está (en la voluntad de negociar la paz). Estoy muy decepcionado porque no creo que quiera parar, y eso es muy malo".
Y Putin no se quedó en palabras. Rusia atacó en las últimas horas por primera vez con más de 500 drones en un bombardeo de largo alcance contra Ucrania, marcando una escalada sin precedentes en el uso de armas no tripuladas. Hay más de Putin. Esta semana también se conoció que los servicios de inteligencia de Países Bajos y Alemania afirman que el ejército ruso utiliza armas químicas en la guerra de Ucrania. Otra línea roja que pasa Putin sin aparentes consecuencias.
El líder ruso se fortalece ante la impotencia de Trump y la desesperación de una Europa que aumenta sus presupuestos militares porque ve un futuro cercano en el que la amenaza rusa se transformará en una realidad. Alemania y Gran Bretaña, explícitamente, y otros países de manera más solapada ya contemplan escenarios de guerra directa contra Rusia. Por eso preparan sus ejércitos, piensan en un paragua nuclear y comenzaron a preparar a sus poblaciones para un posible conflicto extendido.
China rompe su neutralidad
Y para agregarle más dramatismo a este panorama, el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, le dijo a la principal diplomática de la UE que Beijing no puede aceptar que Rusia pierda la guerra contra Ucrania, ya que esto permitiría a Estados Unidos centrar toda su atención en China. Se trataría, ni más ni menos, del abandono de la neutralidad, un posicionamiento que Beijing viene sosteniendo públicamente desde que empezó el conflicto.
¿Por qué beneficiaría a China una guerra prolongada en Ucrania? Quizás para que Estados Unidos, ocupado en ese asunto, siga descuidando la rivalidad con Beijing, sobre todo la geopolítica. Mientras Washington mantiene su foco en el frente europeo, China no deja de desplegar musculatura militar en Taiwán y en su zona de influencia.
Esto sugiere un escenario de tensión latente entre las dos potencias que por ahora se disputan la supremacía económica. Las palabras de su canciller revelan que China no quiere confrontar con Trump, pero que tampoco se quedaría de brazos cruzados si Estados Unidos empieza a mirar y actuar más decididamente en territorios sensibles.
Trump ante el dilema geopolítico
Frente a la determinación de Putin a seguir con la guerra si no consigue una rendición incondicional de Ucrania, y las declaraciones del canciller chino, Trump queda frente a difíciles opciones. Claramente no tiene el margen de acción que sí mostró en Medio Oriente. Tampoco puede desentenderse cortando completamente el suministro de ayuda económica y militar a Ucrania. Sería riesgoso, por lo menos en momentos en los que Ucrania y Europa no pueden sostener solos la embestida de Putin.
Trump tiene enfrente a Putin y a un país con un arsenal nuclear similar al de Estados Unidos, y a una China que no se va a quedar quieta si ve amenazados sus intereses geopolíticos regionales. Por eso, la estrategia de golpear militarmente para después imponer la paz o al menos una tregua que usó exitosamente para frenar la guerra en Israel e Irán, no parece que vaya a funcionar acá, con rivales que muestran, cada uno a su estilo, que no acatarán así nomás las órdenes que llegan desde Washington.