Aníbal Tortoriello lo sabe: para meterse en la pelea por la gobernación en 2027 hay que subirse ahora al tren legislativo. Pero no a cualquier vagón: el exintendente de Cipolletti quiere ir en primera clase. Porque quedar segundo, incluso si consigue una banca, es quedar en la sombra de otra figura. En este caso se llama Lorena Villaverde, quien proclama tener la representación de las fuerzas del cielo en Río Negro.
Y eso es precisamente lo que parece estar ocurriendo. Mientras los libertarios de Río Negro se alinean en torno a Villaverde primera en el tramo para el Senado y a Damián Torres que encabezará Diputados, Tortoriello quedó en el incómodo lugar del que espera. Dice tener “diálogo directo” con los armadores nacionales Karina Milei, Martín Menem y Lule Menem y asegura que “todavía nada está cerrado”. Pero a esta altura del año, todos los que dicen eso, saben que tienen un alto riesgo de quedar afuera.
No es casual que el cipoleño haya avanzado con los trámites judiciales de su partido CREO Río Negro, la posibilidad de quedar afuera siempre existió, incluso después de la foto juntos con Villaverde del año pasado, o los anuncios de hace algunas semanas. Obtuvo el reconocimiento provisorio de la Justicia Electoral y aclara que si no lo suben a la locomotora libertaria, tiene su propio tren. Y que, llegado el caso, hasta puede invitar a otros relegados del mileísmo: Ariel Rivero, por ejemplo, con quien podría coincidir en una boleta alternativa que al menos les sirva para sumar volumen, aunque no sea para ganar.
Pero el que espera ansioso y también juega es Juan Martín, líder del PRO rionegrino. Ya tuvo que ir dos veces a Casa Rosada a mendigar un espacio. Su relación con Patricia Bullrich le abrió las puertas de la oficina de "el Jefe", pero aún no hay foto. En el fondo, debe aguardar que Tortoriello no cierre con LLA y entrar él. No pone condiciones y a cambio entrega el mínimo caudal del PRO. Es su única opción. Aunque para los libertarios, es el plan B.
Y como si el cipoleño no tuviera suficientes frentes abiertos, esta semana volvió a escena un viejo episodio que lo tuvo como protagonista. Tras la muerte de Alejandra “Locomotora” Oliveras, medios nacionales reflotaron una polémica que había quedado en el olvido: cuando aún era intendente, Tortoriello le prometió a la exboxeadora organizarle una pelea en la cancha de Cipolletti, con apoyo municipal y difusión. No cumplió. Lo acusó públicamente de haberla usado políticamente, y él la denunció por extorsión. El caso nunca se resolvió judicialmente, pero ahora, con la muerte de la campeona, la historia volvió a circular y lo puso otra vez en escena, aunque no precisamente por su desempeño legislativo, que mantiene el caracter de intrascendente.
Del otro lado de la vereda, en el oficialismo, el gobernador Alberto Weretilneck no pierde detalle del juego opositor. En Juntos Somos Río Negro, la fragmentación del mileinismo es la mejor noticia: si Tortoriello no va con La Libertad Avanza y juega por afuera, se lleva parte del voto libertario; si encima lo hace con Rivero, divide más; si no cierra nada, debilita al conjunto. Cualquier escenario, para el partido del gobierno, que intenta ir por la avenida del medio y evitar la grieta, suma.
Y mientras el tiempo corre, Tortoriello insiste en que quiere ser protagonista. Pero no esta dispuesto a limosnear candidaturas: quiere el primer lugar. Sabe que nadie se acuerda de los compañeros de lista. Ser segundo es olvido. Y que para quien ya fue intendente, diputado nacional y pretende la gobernación en 2027, repartir volantes con el nombre de otra no es opción.