Con una agenda laboral intensa, Natalia Oreiro adelantó un mes y medio sus actividades para promocionar La mujer de la fila, película basada en hechos reales que estrenará en cines el próximo 4 de septiembre. La actriz compartió que próximamente viajará a México para filmar bajo la dirección de Gael García Bernal y que en octubre iniciará un nuevo proyecto con Adrián Suar.
En esta producción, Oreiro interpreta a Andrea Casamento, una mujer que, tras la detención errónea de su hijo, fundó la Asociación Civil de Familiares de Detenidos (ACiFaD) y representó a Latinoamérica en el Subcomité de Prevención de la Tortura de la ONU hasta diciembre pasado. La historia, dirigida por Benjamín Ávila —quien también hizo un cameo en la película—, retrata el impacto del sistema penitenciario en la vida de Andrea, una viuda de clase media que enfrenta por primera vez la crudeza del penal de Ezeiza.
Andrea se convierte en una más de las llamadas “mujeres de la fila”, aquellas que pasan de ignorarla a apoyarla en su lucha por descubrir la verdad sobre la detención de sus familiares. Natalia explicó que el proyecto surgió a partir de una charla TED de Casamento que la impactó profundamente. “Ella tiene una personalidad y una energía increíble”, afirmó, y agregó que la historia es conmovedora porque muestra cómo una mujer resignificó su vida a partir de una tragedia, transformando el dolor en acompañamiento para otras familias.
Mujeres presas y la realidad del rechazo social y laboral
La película aborda también la doble estigmatización que sufren las familias de los detenidos. Como señala Oreiro, “la sociedad estigmatiza. Hacen cumplir la condena a quien cometió un delito y a su familia, que también está presa porque la sociedad la marca”. Muchas de estas mujeres ocultan la situación por miedo al rechazo social y laboral, enfrentando prejuicios constantes.
Para prepararse para este papel, Oreiro no solo trabajó en aspectos físicos y de caracterización, sino que también empatizó profundamente con el dolor de esas mujeres. “No hay manera de que no te pase”, explicó, destacando que la emoción genuina es el recurso más valioso que puede ofrecer como actriz.
La filmación en el penal de Ezeiza fue un hecho histórico, siendo la primera película rodada en ese lugar. Según la actriz, el ambiente está cargado de sufrimiento, pero también de una fuerte red de apoyo entre las mujeres que allí se encuentran. A pesar de la dureza, la experiencia le permitió sentir que formaba parte de una realidad que merece ser amplificada. Además, se lanzó una campaña social que incluye un código QR para que el público pueda informarse sobre ACiFaD y colaborar o hacer voluntariado.
El rodaje se realizó con estrictos protocolos de seguridad, incluyendo requisas y limitaciones en el uso de celulares. La producción mantuvo el respeto hacia las internas, quienes incluso colaboraron sugiriendo detalles como los colores apropiados para la vestimenta, reflejando la convivencia diaria en el penal.
En cuanto a la carga emocional que implicó interpretar esta historia, Oreiro contrastó la experiencia con roles anteriores como Eva Perón. Destacó el apoyo del equipo y la comunidad que se formó durante el rodaje, lo que ayudó a sobrellevar la intensidad del trabajo.
La actriz también eligió interpretar al final de la película “Canción de las simples cosas”, de Mercedes Sosa, un tema que la acompañó durante todo el proceso y que grabó junto a su esposo Ricardo Mollo. Este gesto artístico aportó un cierre especial al filme.
Más allá del cine, Oreiro habló sobre su vida personal, especialmente la maternidad. Su hijo Atahualpa tiene 13 años y sus padres decidieron retrasar la exposición a pantallas y celulares para proteger su desarrollo cognitivo y emocional, fomentando otras actividades como la lectura y el deporte. La actriz destacó que esta decisión fue apoyada por la escuela y la comunidad.
Respecto a la privacidad familiar, Natalia explicó que su hijo entiende la vida pública de sus padres pero no desea exponerse en las redes sociales. Ella misma se muestra como una madre común en la escuela, sin pretensiones ni maquillaje, manteniendo una vida sencilla fuera del trabajo.
Finalmente, la actriz reflexionó sobre su relación con Ricardo Mollo, con quien celebrarán 24 años de casados. Para ella, la clave está en aceptar los cambios, volver a elegir a la pareja y compartir proyectos, manteniendo la felicidad mutua. También señaló que su vocación actoral es fuerte, aunque no descarta explorar otros caminos en el futuro.