Santiago “Chano” Moreno Charpentier volvió a conmover con un testimonio profundo, honesto y sin filtros. Lejos del personaje público y de los excesos que durante años marcaron su carrera, el músico se animó a hablar desde un lugar de fragilidad y reflexión, poniendo en palabras un dolor que todavía lo acompaña: el daño que causó durante sus peores momentos atravesados por las adicciones.
La confesión se dio durante una entrevista íntima en Otro día perdido, el programa que conduce Mario Pergolini, donde Chano se permitió bajar todas las defensas. Con un tono sereno pero cargado de tristeza, repasó no solo lo que vivió, sino también lo que provocó en los demás, especialmente en su entorno más cercano.
Al reflexionar sobre el vínculo con el público y el cariño que aún recibe, el cantante fue especialmente duro consigo mismo. “Cuando vos me decías esto del cariño de la gente, yo pensaba que tal vez hice todo lo posible para que eso no pase”, confesó, dejando en claro que durante mucho tiempo sintió que sus acciones iban en contra de todo afecto genuino.
En ese mismo análisis, Chano reconoció que mostró una imagen que no lo representaba y que hoy le duele mirar hacia atrás. “Me mostré por muchos momentos como una persona soberbia. Mostré una cara mía que no es la que tengo”, admitió, en una autocrítica poco habitual en figuras de su nivel de exposición.
El líder de Tan Biónica también se detuvo en su identidad más profunda, esa que quedó tapada por la fama, el descontrol y los excesos. “Soy una persona común, como todas, de una familia. Valoro eso, la educación que me dieron mis padres”, expresó, intentando volver a un eje que, según contó, perdió durante años.
Al hablar de su recorrido artístico, Chano no esquivó los momentos más oscuros. “Tuve mis picos de popularidad y de locura, también motorizado por problemas de adicción”, reconoció, marcando cómo el éxito y el consumo se mezclaron de una manera peligrosa que terminó arrasando con su estabilidad.
Uno de los sentimientos que más lo atravesó cuando comenzó a recuperarse fue la culpa. “Cuando me puse bien sentía mucha culpa por un montón de daño que había hecho”, dijo, con una crudeza que silenció el estudio. Sin embargo, con el tiempo, ese sentimiento también fue resignificado.
En ese proceso, Chano explicó algo que nunca antes había verbalizado de esa manera: “Después empecé a entender que yo no tenía que sentir culpa, porque cuando empecé a probar sustancias nadie me dijo todo el daño que iba a provocar”. Y profundizó aún más en uno de los pasajes más conmovedores de la charla: “Nadie me dijo: ‘Mirá, tu vida se va a convertir en algo ingobernable, vas a lastimar a tu madre, a tus hermanos, a tu familia’. Yo no sabía eso. Después, obviamente, lo terminé haciendo”.
Hoy, desde un lugar más estable, Chano Charpentier no busca excusas ni justificaciones. Asume lo vivido y lo que provocó, pero también se planta en el presente con una decisión clara. “Ahora sé que tengo la responsabilidad de ser una mejor persona, porque tengo las herramientas”, cerró, dejando un mensaje atravesado por el dolor, la conciencia y la necesidad de seguir reparando.