La brutal estrategia de Maduro para quedarse en el poder

El presidente venezolano, Nicolás Maduro, ha montado una operación tan peligrosa como ridícula, con el único objetivo de sostenerse en el poder. Pero esa operación tiene varias partes y protagonistas que, juntos, hacen de la elección del domingo una pantomima que pone a Maduro en el foco de la agenda mundial.

Cronológicamente, el primer elemento de la estrategia fue la proscripción de candidatos opositores, especialmente de María Corina Machado, quien había sido elegida por el pueblo para representar a la oposición. A esto le siguió el boicot a los veedores internacionales independientes, especialmente los de países centrales occidentales. 

Con la elección consumada, apareció en esplendor el aparato estatal de una dictadura, la venezolana. El Consejo Nacional Electoral fue el encargado de anunciar al mundo lo que durante semanas el mundo venía sospechando: Maduro se había robado la elección. El fiscal de la nación, por su parte, montó una denuncia contra la líder opositora, María Corina Machado, por golpista. Ambos están tratando, desde anoche, de darle legitimidad a la pantomima. Dos instituciones supuestamente independientes fueron las utilizadas para afirmar lo absurdo: que Maduro había ganado.

Otro elemento de la estrategia de Maduro tiene que ver con las fuerzas de seguridad y la violencia. La reacción popular vista en varias partes de Venezuela contra el robo de Maduro fue reprimida violentamente por las fuerzas locales, dejando imágenes que no hacen más que confirmar que el resultado comunicado por el CNE lejos está de contar con la legitimidad de quienes lo habrían generado: los propios venezolanos.

Por último, un punto muy relevante: los apoyos internacionales. Pocos fueron los países que rápidamente saludaron a Maduro por el triunfo. Todos ellos se caracterizan por contar con gobiernos dictatoriales o, como mínimo, autocráticos. China, Rusia e Irán, el sostén militar con el que cuenta Maduro, se alistaron rápidamente para legitimar el fraude de Maduro. Lo apoyaron gobiernos menores, pero tan dictatoriales como éstos: Catar, Nicaragua, Bielorrusia. 

Lo que está sucediendo en Venezuela es burdo y básico, pero esperable. A nadie debería sorprender. Fue consagrado un presidente sin mostrar las actas que avalan su triunfo. Las únicas herramientas para sostener la coartada han sido la cooptación del poder público, la violencia y el apoyo de dictadores. Lo que resta saber es cuánto durará la pantomima.