El primer ministro de Albania, Edi Rama, sorprendió al mundo al anunciar la incorporación de una nueva ministra a su gabinete. Pero no se trata de una dirigente política, ni de una funcionaria con carrera en la administración pública. Se trata de “Diella”, la primera ministra del mundo creada con inteligencia artificial, que tendrá a su cargo todas las decisiones vinculadas a licitaciones de contratación pública.
La idea, según Rama, es que las adjudicaciones sean “100 por ciento libres de corrupción” y que los fondos estatales estén sometidos a un proceso “perfectamente transparente”.
“Diella” —que en albanés significa “sol”— fue presentada como un miembro oficial del gabinete, aunque “no está físicamente presente” sino que fue creada virtualmente. El sistema tendrá incluso la facultad de contratar talentos de todo el mundo y ya fue antropomorfizado con nombre, rostro y voz.
La IA fue diseñada con la apariencia de una mujer adulta, de tez muy blanca, ojos oscuros y cabello morocho lacio cubierto, vestida con traje tradicional albanés. En los hechos, se la presenta como una funcionaria más, aunque detrás de ella solo hay un programa informático.
Antecedentes y polémica
Hasta ahora, “Diella” funcionaba como asistente virtual en la plataforma oficial e-Albania, donde ayudó a emitir 36.600 documentos digitales y prestó casi 1.000 servicios. Pero su salto al gabinete marca un precedente mundial: es la primera vez que un Estado delega a una IA decisiones oficiales en un área sensible.
La novedad, sin embargo, plantea fuertes interrogantes. ¿Puede una inteligencia artificial garantizar más transparencia que un humano? ¿O el remedio será peor que la enfermedad?
Riesgos de un experimento global
Los especialistas advierten que ningún sistema de IA está libre de sesgos ni de errores. Diversos estudios muestran que los algoritmos pueden discriminar, equivocarse y ser manipulables. Y que darle atributos humanos a una máquina es peligroso, porque le confiere un razonamiento que en realidad no posee.
Como señaló el académico Jeffrey Funk, la IA se parece a un “globo apretado”: cuando soluciona un problema, suele generar costos o complicaciones en otra parte del sistema. Casos como Starbucks, que en 2025 tuvo que volver a contratar empleados tras probar reemplazarlos con IA, son un ejemplo.
Ahora el mundo observa con atención a Albania: ¿será Diella la solución definitiva contra la corrupción o una apuesta tecnológica destinada al fracaso?