Una medusa casi desconocida, una araña marina en plena escena de caza y hasta un viejo casete VHS a más de 2.600 metros de profundidad fueron algunos de los hallazgos que sorprendieron a miles de personas que siguieron en vivo la última expedición científica del Conicet en el Mar Argentino. Las imágenes, transmitidas por streaming, dejaron al descubierto la enorme biodiversidad de las profundidades y, al mismo tiempo, la persistente huella humana incluso en los lugares más inaccesibles del océano.
Los registros forman parte de la campaña “Vida en los extremos”, una misión científica que el Conicet lleva adelante junto a la Universidad de Buenos Aires y el Schmidt Ocean Institute. La exploración se realiza a bordo del buque Falkor (too) y utiliza el ROV SUBastian, un robot operado a distancia que permite observar y tomar muestras a miles de metros bajo el nivel del mar. El trabajo se concentra en tres zonas del sur del Mar Argentino: Salado Colorado, Colorado Rawson y el área de Malvinas.
Durante una de las inmersiones, las cámaras captaron una medusa traslúcida de aguas profundas, una especie poco conocida que hasta ahora solo había sido documentada en el océano Pacífico, frente a las costas de Estados Unidos y Hawái. Su posible presencia en el Mar Argentino abre nuevas líneas de investigación. Vive en ambientes con muy poca luz, se alimenta de plancton y partículas orgánicas, y tiene una característica poco común: sus crías se desarrollan dentro del cuerpo de la madre y nacen ya formadas.
Otro de los momentos más llamativos del streaming fue la aparición de un pepino de mar de color turquesa, que los especialistas aún no lograron identificar con precisión. Estos organismos viven generalmente por debajo de los mil metros de profundidad y se alimentan de materia orgánica en descomposición. Algunas especies, como la observada, pueden nadar mediante ondulaciones del cuerpo, una adaptación clave para sobrevivir en un ambiente donde el alimento es escaso.
Las imágenes también mostraron una escena impactante: una araña marina alimentándose de un pepino de mar, suspendido bajo su cuerpo. Se trata de un ejemplar del género Colossendeis, un grupo poco frecuente en el Atlántico argentino. Estos animales tienen cuerpos pequeños y patas extremadamente largas, habitan mares fríos y profundos y presentan una particularidad llamativa: los machos transportan los huevos de sus crías adheridos a sus patas.
Entre los registros más celebrados por el público apareció un pulpo dumbo, un cefalópodo que habita entre los 1.000 y los 4.000 metros de profundidad. Se desplaza suavemente gracias a sus aletas laterales, lo que le permite ahorrar energía en un entorno hostil. También se observó un pequeño pulpo oculto entre corales, perteneciente al grupo de los octópodos, conocidos por su capacidad de camuflaje y su comportamiento adaptable.
Sin embargo, uno de los hallazgos que más impacto generó no fue biológico. A unos 2.600 metros de profundidad, el ROV SUBastian encontró un antiguo casete VHS apoyado sobre el lecho marino, con una estrella de mar adherida. Para los científicos, el objeto es una prueba clara de la durabilidad del plástico y la llegada de la basura tecnológica a zonas remotas del planeta, y abre preguntas sobre sus efectos a largo plazo en ecosistemas profundos y frágiles.
Además de documentar especies, la campaña estudia restos de ballenas y de madera, que funcionan como hábitats temporales para la fauna de profundidad, analiza corales de aguas frías y evalúa la presencia de microplásticos en sedimentos, agua y organismos, con el objetivo de entender cómo se acumulan y se degradan en la cadena trófica.
La expedición, liderada por la doctora María Emilia Bravo, reúne a 25 científicos, 17 de ellos argentinos, especializados en biología marina, geología, ecología, química y oceanografía. El trabajo puede seguirse en tiempo real a través de YouTube, lo que convierte al streaming en una herramienta clave para la divulgación científica y para acercar el fondo del mar al público general.