Con la visita del secretario del Tesoro estadounidense Scott Bessent, principal funcionario económico de Estados Unidos, a Buenos Aires para apoyar el rumbo de la economía argentina y las recientes medidas que permitieron el levantamiento del cepo, Milei pudo mostrar que su acercamiento incondicional con Donald Trump se traduce en resultados concretos y beneficiosos para el país.
Pero durante la exprés visita de Bessent, entre elogios y agradecimientos mutuos, quedó claro que este fuerte respaldo de la Administración Trump al gobierno argentino no se sostendrá solamente por el estrecho vínculo personal e ideológico que Milei mantiene con Trump, que por ahora es correspondido.
Las declaraciones del secretario Bessent sugiriendo que Argentina debe comenzar a reducir su dependencia financiera de China, específicamente en referencia al swap de monedas, revelan que con Argentina Trump no hace ninguna excepción a la hora de abordar la diplomacia. Lo hace a su estilo, de manera transaccional, con la economía como base y factor determinante de los asuntos internacionales, sobre todo cuando China está en el medio.
Nadie en el gobierno argentino puede sorprenderse porque esta posición no es nueva en la administración Trump. Hace pocas semanas, el enviado especial para América Latina de Donald Trump, Mauricio Claver Carone, advirtió que Estados Unidos tiene como objetivo que "termine la famosa línea de crédito que tiene Argentina con China", claramente refiriéndose al swap.
Desde hace tiempo, incluso mucho antes de la llegada de Trump al poder, la presencia china en América Latina es una de las principales preocupaciones para Estados Unidos. Está claro que Beijing expandió su influencia mediante inversiones en infraestructura crítica, préstamos gubernamentales y acuerdos comerciales preferenciales. Sin duda, América Latina se transformó hace rato en un campo de batalla, cada vez menos silencioso y cada vez más crucial entre las potencias mundiales, donde China busca posicionarse mediante inversiones y proyectos de largo alcance.
En Argentina específicamente, China se consolidó además como el segundo socio comercial más importante y financia proyectos estratégicos en sectores energéticos y de transporte. La administración Trump ve en el estrecho vínculo con Milei una oportunidad para terminar con esa influencia e intentar reemplazarla.
Sin duda Milei queda en un lugar incómodo. Le resultará muy difícil navegar este contexto internacional en donde la guerra comercial entre China y Estados Unidos se profundiza. La exigencia de un alineamiento sin matices que le pide Trump choca inevitablemente con la postura pragmática que sostiene el gobierno argentino hacia China para no poner en peligro el swap de monedas, que representa una línea de crédito vital para las maltrechas reservas argentinas, y otras inversiones.
Hay que recordar que hay proyectos de infraestructura que dependen del financiamiento chino, incluyendo centrales hidroeléctricas. Desmantelar estos vínculos de forma abrupta podría generar graves consecuencias para una economía argentina ya de por sí frágil y en proceso de estabilización.
En este escenario, el gobierno argentino deberá gestionar una delicada y profesional gestión diplomática para, en tiempos globales turbulentos, mantener la relación especial con Estados Unidos. Para eso deberá calibrar su vínculo con China y buscar el un dificil equilibrio para por un lado no poner en riesgo las relaciones financieras y comerciales que Argentina tiene con ese país y, por el otro, no enojar a Trump.
Así como Trump hizo un fuerte gesto político de apoyo a Milei mandando a su principal funcionario económico, seguramente también espera reciprocidad que deberá traducirse, en este contexto global, en que Argentina vaya achicando cada vez más la influencia que hoy China tiene en su economía. Ya quedó claro que la excelente relación personal que construyó con Trump y la estrecha afinidad ideológica que mantiene con el presidente de Estados Unidos, le sirve a Milei para navegar este delicado momento económico y político. Sin embargo, funcionarios muy cercanos a Trump ya dejaron en claro que serán las profundas decisiones estratégicas en el plano geopolítico las que marcarán el futuro de la alianza entre Trump y Milei.