Durante esta semana, el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA) y diversas provincias de Argentina enfrentan condiciones meteorológicas adversas, caracterizadas por lluvias constantes y vientos intensos. El fenómeno está vinculado a un proceso de ciclogénesis, según informó el Servicio Meteorológico Nacional (SMN), que mantiene activas alertas amarillas en varias zonas.
La ciclogénesis es un proceso atmosférico que implica la formación o intensificación de un sistema de baja presión, lo que provoca cambios significativos en el clima local. Este fenómeno genera movimientos de aire verticales que favorecen la inestabilidad, dando lugar a lluvias prolongadas y ráfagas de viento que pueden mantenerse por horas o incluso días.
Pero qué es la ciclogénesis
De acuerdo con la definición de la American Meteorological Society, la ciclogénesis corresponde a “cualquier desarrollo o fortalecimiento de la circulación ciclónica en la atmósfera”, ya sea la aparición de un sistema de baja presión nuevo o el aumento de uno ya existente. En Argentina, el Centro Argentino de Meteorólogos señala que este tipo de procesos ocurre con frecuencia en la costa este de América del Sur, impactando tanto en lo social como en lo económico debido a la combinación de precipitaciones y vientos.
La meteoróloga Cindy Fernández, portavoz del SMN, explicó que la formación de estos sistemas suele durar entre 24 y 48 horas, aunque en ocasiones puede extenderse. Cuando la formación ocurre en menos de 24 horas, se denomina ciclogénesis explosiva, la cual suele provocar vientos más intensos. “Ciclogénesis es el nombre de un proceso que lo que quiere decir es que se está formando un sistema de baja presión. La atmósfera se reacomoda ajustándose a esa baja presión, se producen ascensos de aire y, por lo tanto, se genera una inestabilidad persistente durante el tiempo que se esté desarrollando ese sistema”, detalló Fernández.
Este fenómeno se manifiesta principalmente con dos efectos: lluvias constantes y vientos fuertes. Fernández destacó que las precipitaciones suelen ser persistentes y uniformes, no necesariamente intensas, pero prolongadas en el tiempo. En cuanto al viento, las ráfagas comunes alcanzan alrededor de 70 kilómetros por hora, aunque en casos extremos pueden superar los 100 km/h. Para esta semana, se esperan ráfagas de entre 60 y 70 km/h en las áreas afectadas.
En cuanto a los tipos de ciclones asociados, Fernández aclaró que en esta región se forman ciclones extratropicales, que requieren contrastes importantes entre masas de aire frío y cálido, además de un disparador en altura. Esto los diferencia de los ciclones tropicales, como los huracanes, que necesitan océanos con temperaturas superiores a 26 o 27 °C para su desarrollo.
Existen dos clases principales de ciclogénesis: la clásica y la explosiva. La diferencia fundamental radica en la rapidez de formación. La explosiva se desarrolla en menos de 24 horas y suele provocar descensos de presión más abruptos y vientos más fuertes, con un centro cálido rodeado de aire frío. En contraste, la ciclogénesis clásica evoluciona de forma más gradual y todo el sistema permanece envuelto en aire frío, generando cambios climáticos menos bruscos.
Este conocimiento permite anticipar la intensidad y duración de los fenómenos meteorológicos asociados y entender por qué algunos temporales tienen un impacto más severo que otros en la región.