l tradicional restaurante Piegari, una marca histórica de la gastronomía porteña con más de tres décadas de vida, quedó envuelto en una crisis inesperada luego de que un fallo laboral de primera instancia ordenara el pago de una indemnización que su dueño calificó como “inviable” para el negocio. La sentencia ya generó efectos inmediatos: el embargo de todas las cuentas bancarias y la posibilidad real de que más de cien trabajadores pierdan su empleo.
El propietario del establecimiento explicó en declaraciones radiales que el conflicto se originó tras la demanda de un ex mozo que habría trabajado entre 20 y 25 años en el restaurante. Según la versión de la empresa, el empleado fue despedido “con causa” durante la pandemia, luego de negarse a retomar sus tareas cuando la actividad volvió a habilitarse. Sin embargo, la Justicia falló a su favor y dictó una indemnización de más de 200 millones de pesos, cifra que el empresario asegura que resulta imposible afrontar.
“Esto nos deja en una situación límite. No puedo pagar sueldos, aguinaldos ni proveedores. Si no logramos revertir la medida, voy a tener que cerrar”, expresó con preocupación. La sentencia además ordenó el embargo preventivo de aproximadamente 160 millones de pesos, inmovilizando por completo las cuentas operativas del restaurante y paralizando su funcionamiento administrativo.
El impacto emocional y económico sobre el plantel de Piegari no tardó en sentirse. El restaurante sostiene unas 100 fuentes de trabajo, entre cocina, salón, administración y personal de apoyo. “Son familias enteras que dependen de esta actividad. No estamos hablando solo de un negocio, sino de un lugar que hace décadas forma parte del mapa gastronómico de Buenos Aires”, lamentó el dueño.
Para la empresa, la decisión judicial desconoce el contexto en el que se produjo el conflicto laboral y no considera las dificultades que atraviesa el sector gastronómico, uno de los más golpeados durante y después de la pandemia. El propietario sostiene que el fallo “no se corresponde con la realidad de las pymes argentinas”, que enfrentan aumentos de costos, baja de consumo y una presión impositiva creciente.
Pese al duro panorama, el empresario confirmó que la sentencia ya fue apelada ante la Cámara de Apelaciones, donde espera que el monto sea revisado o anulado. Hasta entonces, la incertidumbre se mantiene: el restaurante continúa funcionando, pero con enormes dificultades financieras y con su futuro pendiente de una decisión judicial definitiva.
Mientras tanto, los trabajadores de Piegari esperan una resolución rápida que brinde alivio y evite el cierre de una marca que se transformó en parte de la identidad culinaria porteña. “Estamos haciendo todo lo posible para sostener el empleo. Lo que pedimos es tiempo y un poco de sensatez”, agregó el dueño.
Con el fallo en apelación y las cuentas embargadas, el caso se convirtió en un símbolo de las tensiones actuales entre las pymes y el sistema laboral argentino. Lo que ocurra en las próximas semanas será decisivo para el futuro de Piegari y, sobre todo, para el destino de las cien familias que hoy dependen de él.