El anuncio que divide aguas
El 8 de octubre el Gobierno nacional abrirá los sobres para concesionar más de 9 mil kilómetros de rutas nacionales. La medida llega en medio de un clima cargado de bronca por la falta de obras y promesas incumplidas que se arrastran desde hace décadas.
Luis Caputo, ministro de Economía, defendió el esquema asegurando que “el sector privado invertirá, hará obras y administrará con más eficiencia mejores rutas”. La frase, repetida como un mantra, cayó como una provocación para muchos que llevan 20 o 30 años esperando rutas seguras y terminadas.
Qué rutas pasarán a manos privadas
La primera etapa de la Red Federal de Concesiones alcanza 741 kilómetros de corredores clave para la conexión regional. Estas son las rutas involucradas:
-
Ruta Nacional 12: atraviesa Buenos Aires, Entre Ríos, Corrientes y Misiones. Es vital para el corredor bioceánico y el tránsito internacional.
-
Ruta Nacional 14: conocida como “la ruta de la muerte”, va en paralelo a la RN 12, hacia Brasil y Uruguay. Cruza ciudades como Gualeguaychú y Concordia.
-
Ruta Nacional 135: conecta Colón (Entre Ríos) con Paysandú (Uruguay) a través del puente internacional Artigas.
-
Ruta Nacional A015: enlace directo con la represa de Salto Grande y el puente hacia Salto (Uruguay).
-
Ruta Nacional 117: une Paso de los Libres (Corrientes) con Uruguaiana (Brasil).
-
Ruta Nacional 174: el estratégico puente Rosario–Victoria que enlaza Santa Fe con Entre Ríos.
El resto, en la mira
Caputo adelantó que en los próximos días se publicarán los pliegos para concesionar las etapas 2 y 3, que suman más de 8.300 kilómetros adicionales. La plataforma digital Contrat.ar será el canal para las licitaciones nacionales e internacionales.
Entre el discurso y la realidad
El Gobierno habla de inversión privada, eficiencia y rapidez. Pero el recuerdo de obras paralizadas, rutas demoradas durante generaciones y peajes cada vez más caros ponen en duda la verdadera intención detrás de este nuevo modelo.
En la práctica, las rutas seguirán siendo las mismas: peligrosas, inconclusas y en manos de quienes solo invierten cuando la ganancia está garantizada. Mientras tanto, la promesa de “mejores rutas” vuelve a sonar como una frase que no pisa el asfalto.