Opinión

Loma Campana: una cucharada en el centro de un volcán de chocolate

lunes, 15 de diciembre de 2014 · 09:35
No es difícil perderse cuando uno se lanza a los laberintos de Loma Campana. El termómetro rompe la línea de los 35 grados y el camino es un pasillo de tierra y piedra que parece cortado a cuchillazos. Como en el poema de Rafael Alberti, si allí se quiere ir al norte, se va al sur. Hay que ver esta geografía con un programa Google Earth: los senderos son unas figuras caprichosas que andan de un lado a otro; parecen más un mapa de constelaciones que los estrechos caminos interiores de un yacimiento de petróleo.
Llegamos al sweet spot de alta productividad de Loma Campana oeste a la hora del almuerzo, pero nada se ha detenido. Una espesa nube de tierra olfatea los tobillos. El sol alcanza la punta de las torres de perforación, clavadas en paralelo como dos flechas de acero blanco. Miden 40 metros de alto, igual que un edificio de 13 pisos, y así como se las ve, pueden desplazarse solas, de un pozo a otro, unos 30 metros (se las conoce como ‘walking rigs’). Llegadas desde Oklahoma, son operadas por la contratista H&P. Estamos sobre una de las torres, que suena como si ronroneara. Se apresta a perforar el pozo número 966 de YPF para alcanzar la ‘roca madre’ de Vaca Muerta, a 3000 metros de profundidad, donde yacen las ilusiones de una Argentina petrolera. Será como meter la cuchara en el corazón de un volcán de chocolate.
Con una superficie de 30.000 km2, equivalente a Misiones, Vaca Muerta es la principal formación de shale en la Argentina. Tiene un potencial de gas y petróleo no convencional que permitiría multiplicar por diez las reservas nacionales. Se extiende por Neuquén, Río Negro y Mendoza y representa la cuarta reserva de petróleo y la segunda reserva de gas no convencionales del mundo, según los datos de la EIA de Estados Unidos.
YPF tiene la concesión de más de 12.000 km2 de esa superficie, lo que la coloca como la tercera petrolera en extensión de América para el desarrollo de hidrocarburos no convencionales. A los ingenieros no les alcanza la boca para contar las novedades que presenta Vaca Muerta este fin de año. Pablo Bisotto es gerente regional de hidrocarburos no convencionales. Recibe en el complejo que montó la empresa frente al acceso a Añelo, una ciudad-dormitorio neuquina que no tiene hospital pero sí tiene casino. En el campamento se advierte que la actividad es intensa. "Estamos en vísperas de la explotación de otro ‘sweet spot’, en el este de Loma Campana", dice este ingeniero que cumplió 40 pero conserva el aspecto del chico de mejor promedio de la división.
"Vaca Muerta tiene una composición excelente en las variables que definen la calidad de un reservorio no convencional se extiende. Este año hemos invertido u$s 1700 millones, que tenemos que mantener constante. Llevamos perforados con éxito unos 270 pozos en Loma Campana, que están produciendo 34.000 barriles por día. Ya es el segundo yacimiento más importante del país".
La tarea de hacer un pozo incluye su localización, perforación, construcción y estimulación por fractura hidráulica o fracking. Todo el procedimiento demanda unos 45 días. Su aspecto final es el de un corralito con una tubería en el centro que apenas sobresale en la superficie. La vida útil de ‘sweet spot’ es de alrededor de 30 años.
La empresa necesita imperiosamente aumentar la productividad y reducir costos, que aparecen muy por encima de la explotación convencional. Poner en actividad un pozo vertical cuesta hoy u$s 7 millones, que llegan hasta los u$s 14 millones en el caso de un pozo horizontal de unos mil metros de recorrido en la roca madre. El costo se redujo unos u$s 10 millones en un año. La producción en escala es determinante: el desafío es automatizar, acelerar la perforación y la construcción del pozo y hacerlas más eficientes.
La caída del precio internacional del petróleo está asociada a la expectativa de apreciación del dólar. Pero también al desarrollo del shale. El barril cayó un 40% en los últimos seis meses y la OPEP no sólo no ha hecho nada para detener el derrumbe, sino que más bien lo ha estimulado, aumentando la oferta. Los países productores buscan contener el surgimiento de EE.UU. como productor de no convencionales, una aparición que amenaza con alterar el paisaje energético mundial.
¿El shale, víctima del shale? Así como puede decirse que por el momento superó el desafío ambiental, es difícil que el proyecto Vaca Muerta resulte inmune en un escenario que ya afecta el frente doméstico: el precio de la nafta en la Argentina se mantiene como si nada pasara en el mundo.
¿Con qué precio son viables los proyectos? ¿Hasta dónde aguantan?
Los proyectos petroleros y más aún los de gran escala no se evalúan en períodos cortos o siguiendo el minuto a minuto del precio del crudo –responde Bisotti con el manual del CEO Miguel Galuccio–. Estamos desarrollando yacimientos con pozos que tendrán una vida útil de varias décadas, con lo cual es seguro que a lo largo de su vida productiva van a atravesar variaciones de este tipo. Posiblemente esta situación genere baja de precios en algunos servicios y materiales que ayuden en la dirección de mejorar el ‘costo pozo’, una variable fundamental en los proyectos shale.
A diez metros de altura, en la torre, operarios de H&P manipulan una mecha de acero gigante. La mecha se eleva otros diez metros, propulsada por una guía. Lubrican su extremo con grasa y descubren la tapa del pozo, redonda y de acero y que podría pasar por un pluvial de calzada. Un trépano de tres cabezas de 12 pulgadas será el encargado de perforar la roca. Allí mismo, encerrado en su puesto de control, un encargado consulta en pantallas táctiles la marcha de la operación. Podría pasar por una maniobra militar.
Abajo, el sol se refleja en la tierra seca y el efecto es cegador. Una grúa de aspecto algo monstruoso se desliza y agita sus dos pinzas de entre el polvo. Una ventanilla baja y el aire llega desde el interior como un golpe de agua fresca en la cara. Las manos al volante, Ramón se entusiasma con hablar un rato. Es de Cutral-Có y hace sólo cuatro meses que está en Loma Campana. Gana diez veces lo que recibía en su último empleo, en la obra pública. Veinte años atrás podría haber sido minero en Río Turbio, Santa Cruz, un sueño del pasado reciente que como tantos otros no prosperó.

Fuente: El Cronista Comercial / Por Walter Curia

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