LA GUERRA Y SU IMPACTO EN EL PETRÓLEO

¿Qué implica la prohibición de Biden al crudo ruso?

El gobierno de EE.UU. sumó una sanción que podría tensionar el mercado mundial en un contexto de elevados precios históricos. Negocia sustituirlo con producción de Venezuela.
martes, 8 de marzo de 2022 · 21:42

La administración de Joe Biden dio un paso más en las sanciones al gobierno ruso de Vladimir Putin. Estados Unidos anunció que le cerrará la puerta a las importaciones de petróleo y gas ruso.

Hay varias aristas que se desprenden de esta veda, un peldaño más en el costado económico del conflicto.

La primera tiene que ver con un intento de castigo al tercer productor mundial de petróleo y el primero de gas, en un contexto en el que otros países, como Alemania, comenzaron a transitar esa vía para debilitar a Rusia en su avance sobre Ucrania.

El gobierno de Putin permitió la comercialización a EE.UU., hasta finales del año pasado, de unos 700.000 barriles de crudo y productos refinados diarios en promedio, lo que significó cerca del 8% de las necesidades de combustibles líquidos de la potencia norteamericana, primer productor mundial de crudo, que no obstante, también se aprovisiona en el mercado internacional.

Ahora ese petróleo será reemplazado por producción de otros países. Hay crudo disponible en el mundo.

En ese sentido, esta guerra también podría estar torciendo las restricciones de producción que habían acordado durante la pandémia los países de la OPEP para sostener el precio durante el desplome que caracterizó el primer tramo del COVID-19, ese del 2020/21 en el que el barril se precipitó por debajo de los 20 dólares para el Brent y cotizó de forma negativa para el WTI, el tipo de crudo que es el paradigma de precios en Estados Unidos.

Desde entonces, las grandes potencias productoras buscaron atar la demanda mundial a una ecuación de precios signada por una salida paulatina de los recortes a la disponibilidad de crudo en el mercado. (No es un camino sin tensiones: Biden pidió cada vez que pudo flexibilizar estas restricciones, porque las comenzó a sufrir en sus precios internos.)

Es decir, los 120/130 dólares por barril de esta semana incluyen el arrastre del ciclo de mayor demanda mundial en la pandemia, aquel que fue de finales del 2021 hasta el primer trimestre del 2022, que ahora se da de frente con la crisis protagonizada por una gran potencia productora, en momentos en que las grandes economías consumidoras estaban buscando aprovisionarse para apuntalar la salida de una buena vez del ciclo de caída pandémico.

En parte, es lo que también permitió que las empresas con áreas en Vaca Muerta, la formación no convencional neuquina, lograran colocaciones de shale oil en EE.UU. y países de Europa, entre otros destinos. 

Esta sanción al gobierno de Putin encierra también un interrogante sobre los precios a seguir muy de cerca. El costo de la energía venía subiendo a valores históricos. Y de hecho EE.UU. lo viene padeciendo, al igual que otros países del mundo (Argentina no es ni será la excepción), con la inflación más elevada en 30 años, un apartado que tiene un capítulo central en la suba del 50% de los combustibles en los últimos 12 meses y su impacto en la economía, con el reguero de críticas en la potencia norteamericana.

En ese escenario, la sanción podría también tener un efecto adverso para la administración Biden, ya que el retiro de la cuota de mercado del crudo Ruso, por ahora ese 8% del suministro interno estadounidense, podría ser un factor adicional para incentivar efectos inflacionarios, y no solo en Estados Unidos.

Acaso la administración Biden lea que sus necesidades políticas en este momento son más fuertes que los efectos adversos de una eventual aceleración adicional de sus precios internos.

Tal como lo refieren medios internacionales, Biden dijo hace dos semanas que quería “limitar el dolor que siente el pueblo estadounidense en el surtidor de gasolina”.

En noviembre el mandatario estadounidense afronta un test electoral de medio término. Y se sabe: la necesidad tiene cara de hereje: el gobierno de Estados Unidos confirmó que inició conversaciones con el de Venezuela para explorar la posibilidad de comprar petróleo del país sudamericano, que atesora las mayores reservas del mundo, para sustituir las importaciones de crudo ruso, como parte de las sanciones a Moscú por la invasión a Ucrania.

Es una de las formas que el nuevo mercado del crudo comienza a tomar en plena escalada bélica, con ese ciclo de precios elevados que se choca desde el último mes con sanciones que parecen volver posible lo que hasta hace casi nada era menos que parte de una descarriada ensoñación.

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