La pesadilla fue terrible. Interminable. Se extendió desde 2003 hasta 2009 y ella -que entonces era una niña- cayó en “un comportamiento asociado al síndrome de acomodación a la victimización”.
Estuvo en manos de un perverso, un depravado que era el concubino de su mamá y que abusó de ella en los momentos en que debía cuidarla. Todo transcurrió bajo el techo de una sombría vivienda, y fue ventilado ahora durante el juicio que se desarrolló en Bariloche.
Tras estudiar las pruebas y escuchar a los testigos, el Tribunal que integran los Jueces Marcelo Barrutia, Rubén Marigo y Emilio Riat declaró a este sujeto autor penalmente responsable del delito de “abuso sexual gravemente ultrajante por su duración”, y lo condenó a la pena de diez años de prisión.
El relato de aquellos seis años de padecimientos provoca escozor. Indigna, duele. La niña, que hoy es mayor edad, sufrió un severo daño psicológico, que se tradujo en depresión, angustia profunda y disociación.
Vivió encerrada en sus propios miedos. Pero con el tiempo tomó coraje y contó que este sujeto la tocaba en todo el cuerpo, la obligaba a verlo desnudo y la hacía ver películas pornográficas, además de otras aberraciones que no vienen al caso comentar.
Los ataques los perpetraba en horas del mediodía, cuando ella llegaba de la escuela. Y estos tormentos se interrumpían los fines de semana, cuando mamá estaba en casa. Luego volvía a quedar expuesta, a merced del depravado. “Este accionar fue reiterado en innumerables ocasiones”, se dijo durante el juicio.
También se dijo que la madre tomó conocimiento de los hechos cuando se separó de este individuo, que además era violento y controlador.
Luego la víctima contó que los golpeaba a ella y a sus hermanos, que la amenazaba y tenía vergüenza de contarle a su mamá lo que estaba sufriendo. Para preservar la identidad de la víctima, solo se difundieron las iniciales de este depravado, que son S.G.