Aunque aún no se formalizaron los cargos al hombre detenido por la muerte del joven de 21 años en el Alto de Bariloche, se conocieron algunos detalles de la investigación. Si bien en un primer momento se dudó de que el disparo que dio en la cabeza de Lisandro Salinas podría haber salido de una arma policial, la detención de uno de los vecinos de la víctima dio un giro de 180 grados en la causa.
A través de testimonios recogidos en el barrio, y del análisis de distintas cámaras de seguridad ubicadas en el sector, la investigación que dirigió el fiscal Jefe Martín Lozada permitió individualizar a un hombre que está preso desde ayer. Si bien trascendió que hoy se le formularían los cargos, la audiencia se postergó para mañana. De todas maneras trascendió que se trata de Renzo Yamel Otoizaga, un viejo conocido de la Justicia por matar a su pareja de 17 años.
El domingo a la noche, la Policía tuvo que ir dos veces al barrio Nahuel Hue. A las 5 de la mañana, fueron llamados por los tiros que se escucharon. Luego, llegaron con más refuerzos, porque la tensión había crecido y el conflicto se había transformado en una gran balacera. Los vecinos aportaron que varios uniformados sacaron sus armas reglamentarias y también tiraron, por eso es que una de las hipótesis investigativas era que un policía estaba involucrado y se ordenó el secuestro de las pistolas 9 milímetros oficiales como también se les hizo el dermonitrotest a todo el personal que participó de operativo.
Sin embargo, cerca de las 15 de ayer se detuvo a Otoizaga, perteneciente a la familia vecina de la víctima y con quien tenían un enfrentamiento por celos.
El detenido es un viejo conocido de la Justicia, por más que sólo tenga 35 años. Es que entre sus antecedentes figura el homicidio de su mujer, múltiples robos y una fuga de la cárcel de Bariloche, donde purgó 9 años por homicidio.
El sindicado como el autor del tiro que dio en la cabeza de Salinas fue juzgado y condenado en 2005. En mayo de ese año le pegó un tiro a su pareja, Karina del Carmen Altamirano, la madre de su pequeño hijo. El tenía 20 y ella apenas 17, vivían juntos en una pequeña casilla del barrio Las Lomitas. Otoizaga le apoyó un revólver 32 en el pecho a Altamirano, quien estaba en la cama junto al bebé, y disparó provocándole la muerte inmediata.
Luego, el asesino montó una escena: sentó a la adolescente en la cama y le dejó el arma a unos 10 centímetros de la mano, llamó a la Policía y dijo que el disparo había sido accidental jugando a la ruleta rusa. La coartada se desmoronó rápidamente y fue condenado a 9 años de cárcel. Claro que en aquel momento no existía la figura de femicidio, por lo que la pena fue menor a la que le correspondería ahora.
Apenas un año después, se fugó del penal de Bariloche, utilizando una soga con un gancho en la punta, que le permitió trepar y afuera fue rescatado en un auto que lo hizo desaparecer del lugar. Tiempo después, fue encontrado por la Policía revisando un maletín con plata y documentación, que minutos antes le había robado a una mujer.
Luego de cumplir condena, siguió transitando al borde de la ley hasta que el domingo por la noche el conflicto con sus vecinos terminó con una balacera y Salinas tendido en el piso con un balazo en la cabeza.