CRIMEN ESCALOFRIANTE

El escribano que llevaba en su valija un cuerpo descuartizado

Lo vieron cuando se aprestaba a tirar la valija al río, con las manos ensangrentadas.
jueves, 14 de mayo de 2020 · 21:20

No hay, tal vez, trabajo más meticuloso y tranquilo que el de un escribano. Algo pasó en la rutina ordenada y plácida de Ricardo Ignacio Baladía, a sus 56 años, porque ese orden y esa meticulosidad quedaron pulverizadas por un hecho horroroso, descubierto accidentalmente por la policía, cuando estaba a punto de revolear una valija conteniendo los restos desmembrados de quien sería su jardinero, Miguel Alejandro Pereyra.

Baladía tiene su escribanía en Morón, donde vive, y allí trabajaba, según las primeras informaciones, arreglando el jardín, Pereyra, quien vivía en Castelar. El miércoles por la noche, entre las sombras de un balneario desierto a orillas del río Luján, la policía vio como el escribano, con manos ensangrentadas y rostro indescifrable, arrastraba una valija con el evidente propósito de arrojarla a las aguas.

La valija trazó un rastro sanguinolento en su camino hacia el río. Sangre y masa encefálica. Abrieron la valija allí mismo, y el horror quedó evidenciado: un amasijo de carne, órganos y huesos brilló de pronto a la luz de la luna.

Ahí nomás le secuestraron 20.700 dólares y un DNI a nombre de Miguel Alejandro Pereyra, al escribano. Lo llevaron a Baladía a la comisaría. El hombre no hablaba. Después cantó: dijo que había matado a ese hombre a balazos. Que, después, lo había descuartizado. Y que, el motivo, había sido que lo descubrió robando dentro de su escribanía.

Baladía quedó preso a disposición de la fiscal Mariana Virginia Suárez, de la Unidad Funcional de Instrucción 10 descentralizada de Luján, en los calabozos de la comisaría 1ra. de ese partido del oeste del conurbano boanerense. La fiscal dispuso el secuestro del auto, la preservación del sitio del hallazgo para el trabajo de los peritos de Policía Científica y un rastrillaje con buzos tácticos en la zona del descarte del cuerpo, el río Luján, para ver si se encontraban más restos humanos.

En las primeras horas de este jueves,  se allanó la escribanía de Baladía, ubicada en la calle Almirante Brown 1085 de Morón. Allí los investigadores constataron que había sido el lugar donde se cometió el crimen:  encontraron manchas de sangre en varios ambientes, y secuestraron un cuchillo y otros elementos de interés para la causa.

Enfrente, hay una remisería. Quienes allí trabajan, lo habían visto a Baladía con una hidrolavadora. Le preguntaron, en chiste, si no les lavaba el auto. Pero el escribano andaba en otros menesteres, esos de los que jamás se vuelve.

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