BARILOCHE DEJÓ VER SUS DESIGULADADES
A once años de la rebelión del Alto contra el abuso policial
Un policía mató a Diego Bonefoi y luego asesinaron a dos jóvenes más, durante las protestas.El disparo del arma reglamentaria del cabo Sergio Colombil dio en la nuca de Diego Bonefoi (15 años) que cayó al piso, sin vida, rodeado de sus amigos del barrio. Horas después el Alto, el sector más marginado de la desigual sociedad de Bariloche, comenzó a llegar a la Comisaría 28° en reclamo de Justicia. Las barriadas más populares protestaban frente al abuso policial, con quema de cubiertas, troncos, tiraban piedras y no retrocedían un metro ante los cartuchos de goma que se acabaron rápido, entonces llegó la represión con balas de plomo que causo dos muertes más, la de Sergio Cárdenas (29) y Nicolás Carrasco (16), que a once años, aún siguen impune.
La rebelión del Alto fue mucho más que un reclamo popular. Fue la visibilización de lo que padecían a diario los que viven en la parte oculta del paraíso cordillerano. Aquellos que sirven de mano de obra para atender a los turistas, sufrían permanentemente el abuso por parte de la Policía, que los perseguía, golpeaba y hasta asesinaba, como en el caso de Diego Bonefoi, uno de los integrantes de una familia con muchos antecedentes, pero que en un Estado de derecho no debía ser fusilado por un policía,
En los juicios, quedó claro que los jefes policiales de la época no supieron enfrentar la rebelión popular. Ordenaron la represión y ellos, las máximas autoridades de Seguridad, el secretario Victor Cufré; el Jefe de Policía, Jorge Villanova y el Jefe de la Regional, Argentino Hermosa; se fueron de la ciudad hacia El Bolsón, donde debían realizar un acto institucional. Mientras, en Bariloche la situación estaba cada vez más fuera de control.
El grupo especial Bora estaba desbordado, se convocó a personal de otras áreas, sin experiencia en manejar desbordes populares, y se acabaron las postas de goma. Se solicitó el préstamo a una empresa de seguridad privada que aportó lo que tenía y sin ningún control, se distribuyeron entre el personal que debía enfrentar a los manifestantes. Y, precisamente, sin control, muchos policías comenzaron a utilizar balas de plomo. Entonces la muerte de Cárdenas y Carrasco era una cuestión casi lógica, ante el descontrol de la fuerza.
La sentencia del juicio asegura que las 16.20 del 17 de junio de 2.010 (casi 12 horas después de la muerte de Bonefoi), dos grupos de policías ingresaron a la calle Oses, uno desde la esquina con O´nelli y el otro desde Elordi. Los manifestantes quedaron encerrados a mitad de cuadra que les arrojaba piedras y en ese contexto ambos grupos policiales dispararon con escopetas 12/70 y 12/76, algunas con cartuchos con postas de plomo, y resultó herido de muerte el Carrasco.
Tanto el personal policial que intervino en la maniobra que terminó con la vida de Nicolás Carrasco como el grupo que ocasionó la muerte de Sergio Cárdenas utilizaban de modo indiscriminado municiones de plomo y antitumulto
A una cuadra de distancia, pasadas las 17.30 murió cayó Cárdenas, en la calle Sobral, entre Onelli y Elordi. Fue atravesado por un proyectil de plomo que le ingresó al tórax tras un rebote. El joven estaba en el grupo contra el que “acometieron deliberadamente (...) ejerciendo violencia directa” los policías Pil, Epuñan y Sobarzo, quienes también portaban escopetas, algunas cargadas con postas de plomo. En el Hospital Ramón Carrillo además habían recibido a 13 heridos producto de la represión.
Se acreditó en el juicio que “tanto el personal policial que intervino en la maniobra que terminó con la vida de Nicolás Carrasco como el grupo que ocasionó la muerte de Sergio Cárdenas utilizaban de modo indiscriminado municiones de plomo y antitumulto”.
La protesta del Alto bajó y los que tantas veces estuvieron ocultos, se dejaron ver. Eran cientos, los que tomaron el Centro Cívico y rodearon la Comisaría 2° y la Regional, en reclamo por la feroz represión. El entonces gobernador Miguel Saiz, solicitó la presencia de Gendarmería, que militarizó la ciudad con sus modos habituales. En plena temporada, la hoy llamada grieta también se evidenció, los sectores turísticos reclamaban más represión y las familias de los barrios altos, que cese la represión y el abuso policial contra los pibes. El intendente Marcelo Cascón se fue de la ciudad y seguía los sucesos vía celular.
La Justicia lo condenó a Colombil a 20 años de prisión por considerarlo autor penalmente responsable del delito de "homicidio calificado por abuso funcional, siendo miembro integrante de las fuerzas policiales".
Ocho años después de la represión, también recibieron su pena de 4 años e inhabilitación por el doble de tiempo a Cufré, a Villanova y a Hermosa, como coautores de los delitos de incumplimiento de los deberes de funcionario público, homicidio culposo y lesiones culposas, se les atribuyó haber actuado de manera negligente siendo las máximas autoridades de la Policía rionegrina durante los hechos que causaron las muertes de Cárdenas y Carrasco.
También se condenó a la misma pena a los policías Víctor Darío Pil, Marcos Rubén Epuñan y Víctor Hugo Sobarzo como coautores de los disparos que causaron la muerte de Cárdenas. Por el crimen de Cárrasco, no se encontraron culpables.
La causa actualmente esta a la espera en la Corte, por lo que todos los condenados aún permanecen en libertad.