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Viernes 25 de Abril, Neuquén, Argentina
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Siete años de cárcel para el perito trucho que inventaba hallazgos con sus perros

El falso perito de Viedma lucraba con el dolor de las víctimas: cobraba por pericias truchas y desviaba causas graves.

Jueves, 24 de abril de 2025 a las 19:41
Marcos Herreros sembró pruebas falsas para inculpar a la Policía Bonaerense

Plantaba huesos, prendas y objetos “claves” en lugares estratégicos, y luego volvía con sus animales adiestrados para “descubrirlos”, como si se tratara de un hallazgo milagroso, pero en realidad metía el perro. Así operaba Marcos Herrero, el supuesto experto en rastros que no solo estafaba a familias desesperadas, sino que comprometía investigaciones judiciales y llegaba incluso a incriminar a personas inocentes. Ahora, sumó una nueva condena, deberá cumplir siete años de prisión por comprometer la investigación por la muerte de Facundo Astudillo Castro.

Herrero no tenía formación pericial ni aval judicial: era cuidador de los perros de la División Canina de la Policía de Río Negro en Viedma. Pero supo construirse un personaje. Se presentó como especialista en búsqueda de personas, ofrecía sus servicios a familias que buscaban respuestas y se metía en las escenas más sensibles de la crónica policial argentina. Siempre sus apariciones eran en casos mediáticos. Esa era su mejor publicidad.

Con el aval de algunos medios y las dudas de la Justicia, Herrero logró infiltrarse en investigaciones clave. Pero detrás del show mediático y la supuesta sensibilidad con las víctimas, lo que había era una operación sistemática de manipulación. Lo que él y sus perros “descubrían” eran, en realidad, pruebas que él mismo había sembrado.

El caso que marcó su caída ocurrió en Mendoza. Allí, la Justicia comprobó que había plantado restos óseos en el marco de una búsqueda, y luego montó una escena para simular un descubrimiento junto a sus perros en un hotel abandonado, donde incluso encontró un monedero y una nota de Viviana Luna, una mujer desaparecida en Potrerillos . El objetivo era claro: sostener su relato, cobrar por su intervención y seguir alimentando su figura de “rescatador” sin escrúpulos.

Marcos Herreros era el cuidador de los perros de la Policía rionegrina en Viedma

Pero cuando la Justicia comenzó a investigar sus hallazgos y peritar los restos óseos encontrados, descubrió que tenían el mismo ADN de unos que dijo haber encontrado en Santa Cruz, en otra de sus pericias. En ambos casos, eran huesos de un hombre, que estaban quemados y además tenían carga genética del propio Herrero. Un trucho. En Mendoza fue condenado a 8 meses de cárcel pese a la polémica instalada en Viedma, donde muchas personas colaboraron con dinero para que el falso perito pudiera contratar un buen abogado.

La condena a Marcos Herrero, el perito trucho

La sentencia fue dictada el Tribunal Oral en lo Criminal Federal de Bahía Blanca, quien lo halló culpable de falso testimonio reiterado en siete oportunidades, agravado por tratarse de una causa criminal contra los investigados. Además, se le impuso la inhabilitación absoluta por 14 años y la prohibición de salir del país, hasta que la condena quede firme.

Fueron todos inventos de Herreros, quien pudo desplegar y montar estas escenas falaces merced a la desesperación de la familia, el desconocimiento técnico del resto de los actores y la maleabilidad de estas supuestas técnicas con perros

La maniobra de Herrero no fue menor: plantó un amuleto que pertenecía a Facundo en un calabozo del Puesto de Vigilancia de Teniente Origone de la Policía Bonaerense, y luego simuló hallazgos con sus perros para direccionar la hipótesis de una desaparición forzada. Sostuvo, falsamente, que los perros habían detectado el rastro del joven en patrulleros y calabozos, perjudicando gravemente a los policías investigados.

El fiscal general Gabriel González Da Silva no se guardó nada en su alegato: “Todo fue una burda mentira para direccionar el caso, en principio contra cuatro agentes, pero con la intención clara de escalar a las esferas más altas de la Policía Bonaerense”, afirmó. “Fueron todos inventos de Herrero, quien pudo desplegar y montar estas escenas falaces merced a la desesperación de la familia, el desconocimiento técnico del resto de los actores y la maleabilidad de estas supuestas técnicas con perros”.

Su intervención en el caso Astudillo Castro no solo desvió la investigación en un momento crítico, sino que manipuló el sentido más profundo del dolor: “Puso en juego el delicado sentido que tienen los desaparecidos para todos los argentinos para emplearlo en un ardid que a él, y ciertamente también a otros, beneficiaba”, sentenció el fiscal.

El juez unificó esta pena con una condena previa del fuero penal de Mendoza -8 meses de prisión condicional por encubrimiento simple-, alcanzando así los 7 años y 8 meses totales. Aunque no se hizo lugar al pedido de prisión preventiva, Herrero deberá entregar su pasaporte y no podrá salir del país. La lectura de los fundamentos será el próximo 29 de abril a las 13:30.

El caso Facundo Astudillo Castro

Facundo Astudillo Castro desapareció el 30 de abril de 2020, en plena cuarentena por la pandemia. Había salido a dedo desde Pedro Luro rumbo a Bahía Blanca para ver a su exnovia. Fue visto por última vez en Mayor Buratovich, tras ser retenido por la policía por violar el ASPO. Su cuerpo apareció el 15 de agosto en un cangrejal del estuario de Bahía Blanca. La autopsia reveló que murió por asfixia por sumersión, pero los investigadores no lograron reconstruir con certeza las circunstancias de su muerte.

Facundo Astudillo Castro desapareció en pandemia y fue encontrado muerto

La intervención de Herrero no solo contaminó la causa, sino que también alimentó una línea de investigación basada en pruebas falsas. La sentencia de este miércoles busca cerrar ese capítulo oscuro, pero también deja al descubierto cómo el sistema permitió que un farsante interviniera en una de las causas más sensibles de los últimos años.

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