En Plottier, las discusiones callejeras ya no se resuelven a los gritos ni con silencios incómodos. Este jueves 29 de mayo, cerca de la medianoche, tres hombres debatían algo —no se sabe bien qué— en una esquina cualquiera del centro, cuando uno de ellos decidió cortar por lo sano. O más bien, por lo torcido: metió la mano al bolsillo, sacó un fierro y lo apoyó en el aire con la intención de dejar su punto claro.
Avenida del Trabajo y Curi Leuvú. Un cruce con nombre de telenovela y final de policial. Allí se libró la escena que presenció, en primera fila, una cámara domo del Centro de Monitoreo Urbano. Desde un cuarto oscuro con pantallas encendidas, un operador supo que algo no andaba bien. No por los gestos. No por el volumen. Por el arma.
Rápidamente dio aviso a la Comisaría Séptima y comenzó el operativo. El hombre del arma —acompañado por otro— se subió a una Volkswagen Amarok sin patente trasera y huyó por Avenida del Trabajo rumbo al este. Pero el trabajo ya estaba hecho: los patrulleros lo interceptaron unas cuadras más adelante, en la esquina de esa misma avenida con Constituyentes.
Adentro del vehículo viajaban dos personas. El conductor era menor de edad. El copiloto, el supuesto dueño del arma, tenía 45 años y el orgullo herido. En el piso, del lado del acompañante, los policías encontraron lo que parecía un arma de fuego. No había dudas: se trataba de un intento de intimidación en plena vía pública, con una camioneta irregular y una escena digna de serie clase B.
El final, como casi siempre, lo escribió la justicia. Ambos quedaron demorados. La camioneta fue secuestrada. Y la pistola —probablemente más habladora que letal— quedó en custodia. La discusión, eso sí, parece haberla ganado el tipo del arma. Pero le salió cara: no llegó al último round.