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Martes 06 de Mayo, Neuquén, Argentina
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Discutieron por quién amansaba mejor, uno pegó con un rebenque y el otro mató de un escopetazo

Tras compartir un asado y bebidas, la pelea arrancó por quién adiestraba mejor a los caballos, y terminó de la peor manera con un hombre muerto. El acusado, de 71 años, fue acusado por el crimen.

Martes, 06 de mayo de 2025 a las 18:49
Carlos Argentino Sandoval mató a Diego Sixto de un disparo en la cabeza.

Una jornada de trabajo en el campo, mucho alcohol, una discusión insólita y un disparo a quemarropa. En la soledad del paraje rural Pilpilcura, ubicado a unos 80 kilómetros de Bariloche, un crimen sacudió la tranquilidad de la estepa rionegrina: Diego Sixto murió desangrado luego de recibir un disparo en el rostro. El autor del hecho, Carlos Argentino Sandoval, de 71 años, no huyó. Horas después se presentó en la comisaría con el arma en la mano y confesó lo que había hecho: "Me mandé una macana", dijo mientras entregaba la escopeta.

Hasta el pasado lunes, el paraje Pilpilcura era conocido por muy poca gente. Los lugareños de Villa Llanquín y aquellos curiosos que buscaron en internet cómo era el lujoso hotel de la reina Máxima Zorreguieta cerca de Bariloche en un lugar exclusivo. El recóndito lugar de la estepa rionegrina apareció en los medios por el crimen de Sixto, un domador que discutió con quien hasta hacía pocos minutos había estado compartiendo vinos y anécdotas.

Hoy, la Justicia le formuló cargos por homicidio calificado por el uso de arma de fuego. A pesar de la gravedad del hecho, Sandoval no quedó detenido. El fiscal Gerardo Miranda solicitó prisión preventiva por cuatro meses, pero el juez Gustavo Calcagno dispuso una medida menos gravosa: libertad monitoreada y prohibición de contacto con los testigos del caso.

El crimen del rebenque

Todo comenzó con una faena rural. Durante el día, Sixto y Sandoval habían trabajado juntos juntando yeguarizos. Al caer la tarde, compartieron un asado con vino y cervezas. La conversación derivó en una discusión banal: quién amansaba mejor a los caballos. La tensión escaló cuando la víctima, montado a caballo, agredió a su victimario con un rebenque. La reacción del Sandoval fue letal: tomó una escopeta y disparó a quemarropa. Unos 65 perdigones perforaron el rostro y el pecho de Sixto. Murió en pocos minutos, desangrado, con una hemorragia masiva.

El crimen ocurrió en el paraje Pilpilcura, a unos 80 kilómetros de Bariloche.

Horas más tarde, Sandoval llegó al destacamento policial de Villa Llanquín acompañado por otro hombre, testigo presencial de lo sucedido en el campo. Gregorio Antinao, lo obligó a entregarse. Fueron juntos y en la guardia les dijo a los policías: "les vengo a entregar a un asesino". Con la certeza de que su vida había cambiado para siempre, el homicida reconoció: "me mandé una macana".

La Justicia frente a un crimen rural

En la audiencia de formulación de cargos, el fiscal Miranda acusó formalmente a Sandoval por homicidio calificado por el uso de arma de fuego. A pesar de la violencia del hecho, no logró que el acusado quedara preso. Argumentó que el imputado podría influir en la investigación, ya que es vecino y amigo de algunos testigos. Sin embargo, la defensora oficial Blanca Alderete planteó alternativas: fijar domicilio en la casa de uno de sus hijos, en Bariloche, y establecer medidas restrictivas.

El juez Calcagno optó por una libertad controlada con monitoreo electrónico y prohibición de contacto con los testigos. La investigación tendrá un plazo inicial de cuatro meses.

 

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