LA UNICA ESTIBADORA DE LA ARGENTINA

En el puerto, una mujer entre miles de hombres

Soledad Romito es capataz de una cuadrilla de estibadores del puerto de Mar del Plata. Una tradición familiar. Reviví la entrevista que se le realizó en MI Radio, por AM550.
sábado, 26 de febrero de 2022 · 01:00

Con el paso del tiempo la cultura del trabajo se fue modificando y la presencia femenina en algunos rubros que siempre fueron considerados ´para hombres´, e impensados, hoy son una realidad. Una de esas actividades es la pesquera. Afortunadamente en la actualidad hay capitanas de pesca, jefas de máquinas, cocineras y hasta personal femenino en los muelles. La igualdad de genero llego con un máximo de responsabilidad y respeto. 

 

De esta manera, cada vez más mujeres ocupan lugares que eran potestad exclusivas de hombres. Así lo vivió y vive Soledad Romito, que se podría decir que creció en el puerto. Hoy es capataz de una cuadrilla de estibadores del puerto de Mar del Plata, la única trabajadora de ese rubro en la Argentina.

 

 

"Al principio costó un poco la adaptación, pero después se hizo ya familiar, te ves todos los días, por muchas horas con la misma gente y ya después se hace costumbre", sostuvo con firmeza Romito en diálogo con MI Radio por AM550. 

 

Sus abuelos, su padre, su padrino, sus primos, prácticamente toda su familia trabajó en el puerto, se podría decir que Soledad mamó desde la cuna el trabajo, sacrificio y amor por el mar.  Hace aproximadamente 10 años que esta, trabajaba y disfruta en el muelle, junto a doce hombres más atienden unos siete barcos: el Padre Pío, el Belvedere, Niño Jesús de Praga, Franca, Don Franco, Popa y Marta S. 

 

 

"Mi abuelo vivió en la época que los cajones eran de madera y se llevaban arriba del hombro. Antes era diferente, la lancha llegaba, dejaba en el costado del muelle y ahí el estibador agarraba el cajón se lo colgaban en el hombro y lo transportaba a pie al mercado concentrador que se encontraba donde se hacía antiguamente la fiesta de los pescadores que ya no está más", contó con cierta emoción. Con el paso de los años, la modalidad de trabajo de fue modernizando e implementando camiones, carritos y demás herramientas de trabajo. 

 

 

El ingreso de Soledad a una vida en el puerto, como mujer fue cuesta arriba: "Y al principio, para ellos -los hombres-, yo era sapo de otro poso, invadiendo una zona machista, como quién dice. Al principio, en ocasiones costo muchísimo por ejemplo que me ayuden cuando se me rompía algo". 

 

Sin embargo ella continuó sin importarle lo que decían o pensaban los demás: "Mi viejo y mi mamá siempre me decían que nunca no baje los brazos, asique les hice caso, metí coraje y acá estoy". 

 

 

 

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