65 AÑOS DE UNA TRAGEDIA
La historia de la balsa que se hundió en el Limay en la voz de un sobreviviente
Hugo Tamborindegui, tenía un año y 8 meses, cuando fue rescatado del agua. Perdió a su madre y a su hermana. Un historiador investigó sobre este trágico hecho.“Dicen que me vieron flotando en el río, envuelto en una frazada y en pañales”, cuenta Hugo Tamborindegui, 65 años después de haber sobrevivido a uno de los accidentes más graves de la historia de Neuquén en cuanto al número de víctimas. Tamborindegui tenía 1 año y 8 meses ese miércoles 16 de septiembre de 1959, cuando junto a su madre Ana y su hermana Margarita, subieron a la vieja balsa "España" en Senillosa, como tantas veces, para cruzar el río Limay. Era un viaje de rutina, uno más, pero el último para esos más de veinte pasajeros, entre ellas la madre y hermana del pequeño.
“La Balsa”, como se la conocía, era el medio de transporte crucial para cruzar el río Limay y conectaba a Senillosa con otras ciudades y caminos de la región, permitiendo el flujo de personas y mercancías durante casi cinco décadas. Ese día primaveral de 1959, la embarcación, que era un símbolo de la vida cotidiana y el desarrollo económico de la región, se hundió cobrándose la vida de 24 personas, según afirma el historiador Jesús Camilo Carrasco en una entrevista en el programa La verdad no existe por AM550. Carrasco investigó sobre este lamentable hecho a lo largo de diez años.
Carrasco señala que ese día el ómnibus de la empresa El Valle llegó a la localidad de Senillosa procedente de la ciudades de General Roca y Neuquén con un recorrido por Mencué, Cerro Policía, Comallo, Lonco Vaca y Jacobacci. Luego de ingresar al muelle, el conductor solicitó el descenso del pasaje completo, para realizar las maniobras de abordaje a la balsa. Una vez montado el colectivo, los balseros calzaron sus cuatro ruedas, y por último, se solicitó el ascenso a cubierta de los pasajeros que iban en el coche. ”Casi en el final del trayecto y a pocos metros de alcanzar el muelle de la margen derecha del río, un remolino de agua que persistía en la misma ruta de la balsa como efecto de la existencia de un pequeño acantilado, rompió insólita y súbitamente el desplazamiento de la embarcación, precipitándose a las aguas del río Limay”, describe el historiador, hijo de un antiguo poblador de Senillosa.
Carrasco considera que hubo una “decisión inapropiada” de “pasar todos juntos, el colectivo y los pasajeros, obviamente la balsa iba sobrecargada, además estaba en mal estado ya que era muy vieja, de madera y llevaba casi unos 40 años”. Agrega que “la maroma también estaba en mal estado, se había hecho varios pedidos de recomponer el mecanismo que hacia el funcionamiento de la balsa”. “Esto se había pedido porque era una empresa del Estado la que lo tenia a cargo y esta empresa aparentemente no cumplió con esos pedidos y todo terminó en una tragedia”, explica.
A Hugo Tamborindegui le contaron a los 7 años que su mamá y su hermana habían muerto ese 16 de septiembre de 1959 y que él había podido sobrevivir. “Tenía un año y 8 meses en aquel momento, viajaba con mi mamá y mi hermana porque íbamos a la casa de mi abuelo que tenia en el campo del otro lado. Todo esto me lo contaron mi papá y mi abuelo, quienes me criaron”, cuenta Hugo.
Aclara que “a mi mamá y a mi hermana la encontraron al otro día. Tengo un primo al que no lo encontraron nunca más”.
Señala que “antes la gente no comentaba a uno lo que sucedia cuando hay un drama tan grande como este, creo que la primera reacción es no hablar”. Comenta que hasta que le contaron lo que ocurrió “creía que mi abuela era mi mamá”. “Son cosas que a uno le marcan en la vida pero gracias a eso he sido una buena persona por todo lo que me ha pasado”, destaca.
Precisa que su "salvador" fue Manuel Cides, la persona que lo vio envuelto en una frazada flotando en el Limay y al que nunca pudo conocer para agradecerle. "Fui como Moisés salvado de las aguas”, señala Hugo parafraseando el texto bíblico, pero enseguida afirma que “el destino me quitó a mi mamá y a mi hermana”.