La Justicia de Río Negro volvió a poner el foco en la libertad individual con un fallo que ya genera repercusión nacional. Una joven obtuvo la autorización para modificar por segunda vez su nombre y género en los documentos oficiales, reafirmando que la identidad no se elige una sola vez: se construye, se cambia y se redefine tantas veces como sea necesario.
La historia comenzó en 2022, cuando con apenas 16 años decidió cambiar su nombre y registrarse con género masculino, convencida de que esa era su identidad. Pero el tiempo y la experiencia la llevaron a repensarse. Hoy, ya mayor, siente que su verdadera identidad es la de nacimiento y quiso recuperarla. El problema surgió cuando la misma ley que antes le dio libertad ahora le exigía una autorización judicial para volver atrás.
Esa exigencia fue lo que la Defensa Pública Civil de Río Negro impugnó. Sostuvo que el derecho a la identidad autopercibida no puede tener límites ni permisos judiciales: debe respetarse tal como lo establece la Ley 26.743 y los tratados internacionales de derechos humanos. La defensora presentó el pedido como una medida urgente, remarcando que vivir con documentos que no reflejan quién sos es una forma de violencia cotidiana.
Finalmente, la Justicia entendió el planteo. Reconoció que la identidad de género es un proceso dinámico, en constante construcción, y que el Estado no puede poner trabas a una decisión tan íntima. En su fallo, la magistratura ordenó al Registro Civil realizar la rectificación y comunicarlo a todos los organismos públicos, garantizando la plena validez de los nuevos documentos.
Este caso no solo representa una victoria personal, sino también un precedente enorme para toda la provincia. Río Negro se convierte así en una de las primeras jurisdicciones en reconocer judicialmente que la identidad no tiene una única versión. Que las personas cambian, evolucionan y tienen derecho a hacerlo sin pedir permiso. Porque, en definitiva, la identidad no se impone: se siente, se vive y se respeta.