La jornada quedó atravesada por una sensación de profundo pesar tras conocerse la muerte de Américo Capriolo, una figura estrechamente vinculada a la vida cotidiana de Neuquén. Su nombre fue durante décadas sinónimo de esfuerzo, constancia y cercanía con los vecinos del barrio Limay, donde dio forma a un comercio que creció al ritmo de la ciudad.
La noticia de su fallecimiento generó conmoción inmediata entre comerciantes, clientes de toda la vida y quienes vieron en él a un vecino respetado y presente. Para muchos, su historia forma parte del paisaje emocional del barrio: un relato que comenzó de manera humilde, con un pequeño galpón, y que con el paso del tiempo se transformó en un emprendimiento emblemático.
Su partida reactivó recuerdos, anécdotas y una sensación de vacío difícil de describir para quienes lo trataron de cerca o fueron testigos de cómo construyó, junto a su familia, uno de los comercios más representativos de Neuquén. En medio del dolor, también volvió a surgir el reconocimiento a una vida dedicada al trabajo y a la comunidad que lo acompañó durante más de cinco décadas.
Un comienzo humilde que transformó la vida del barrio
La historia de Capriolo quedó ligada para siempre a la identidad del comercio local. Llegó a Neuquén a fines de los años sesenta junto a su esposa, María del Carmen Palmés, con la idea de iniciar una vida nueva lejos de su Villa Huidobro natal. Primero trabajó en oficios diversos, pasando por casas de repuestos, depósitos y tareas vinculadas a la actividad chacarera.
El primer punto de quiebre llegó cuando se instalaron en el barrio Limay y comenzaron a vender forrajes, leña, carbón, gas envasado y productos traídos desde la zona norte de la provincia. Aquella actividad, desarrollada en un sencillo galpón, fue creciendo al ritmo de la demanda del vecindario, que encontraba allí una respuesta cercana y accesible.
La evolución de un comercio que se volvió parte del paisaje neuquino
En 1976 abrieron la despensa que sería el origen del supermercado. Desde ese momento la clientela creció sin descanso. Ya en 1989 el local adoptó el formato de autoservicio, acompañado por un sistema de distribución que alcanzaba a distintas localidades del interior, cubriendo necesidades que en aquel momento pocos comercios atendían.
Con el paso de los años, la familia amplió el salón, incorporó panificación propia y consolidó un modelo de trabajo protagonizado por sus fundadores y un equipo comprometido. Más adelante, los tres hijos del matrimonio se sumaron al proyecto, sosteniendo el carácter familiar de la empresa.
Incluso después de un tiempo de pausa, Capriolo logró volver a acercar a las góndolas el tradicional chivito criollo del norte neuquino, un producto con denominación de origen que apoyó a productores de la región durante más de una década.
Un adiós que conmueve al sector y a la comunidad
La noticia de su muerte impactó de inmediato en el barrio donde vivió gran parte de su vida y también en quienes conocieron su trayectoria laboral. Para muchos vecinos, el supermercado fue más que un negocio: fue un punto de encuentro, un espacio que acompañó distintas etapas de la ciudad.
El mensaje de Rolando Figueroa que refleja el sentimiento colectivo
El gobernador Rolando Figueroa publicó un mensaje en su cuenta de X, que rápidamente se convirtió en uno de los testimonios más compartidos de la jornada. Su despedida expresó el reconocimiento que gran parte de la comunidad le tenía al empresario:
“Siento profundo dolor por la partida de Américo Capriolo, un vecino muy querido por quién siempre tuve mucho respeto y admiración. Un referente del comercio neuquino cuya historia de trabajo, iniciada en una pequeña despensa del barrio Limay, dejó una huella imborrable en nuestra comunidad. Acompaño con respeto y afecto a su familia, a sus seres queridos y a todos quienes hoy sienten su partida”.
Un mensaje de la vecinal que resume el cariño del barrio
La comisión vecinal del barrio Limay también manifestó su tristeza por la muerte de Américo Capriolo y difundió un mensaje en el que destacó su compromiso con la comunidad y su presencia constante en la vida barrial. La publicación se convirtió en una de las expresiones más sentidas entre quienes lo conocieron desde sus primeros años en la zona.
Una vida dedicada al trabajo y a su comunidad
La trayectoria de Américo Capriolo queda como testimonio de un esfuerzo sostenido, de una familia que creció al compás de su proyecto y de un compromiso permanente con la ciudad que lo recibió hace más de medio siglo.
Su muerte deja un vacío en el corazón del barrio, del comercio local y de todos aquellos que lo conocieron. Pero también deja una historia que seguirá siendo parte de Neuquén.