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Miércoles 07 de Mayo, Neuquén, Argentina
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¿Hasta dónde debe meterse el Estado en el libre intercambio que permiten las apps?

El avance de las nuevas tecnologías desafía la imaginación y la capacidad de gestión de quienes administran los destinos comunes. El fenómeno es global y genera tensiones entre las viejas y las nuevas formas de la economía. El caso Uber en Neuquén, un ejemplo de los desafíos llegan a la región.
 

Miércoles, 07 de mayo de 2025 a las 09:56
¿Hasta dónde debe meterse el Estado en el libre intercambio que permiten las apps?

Se cuenta que un buen día Nick Swinmurn quiso obtener un par de zapatos para uso personal. Fue tal la dificultad que encontró en lograr tan simple objetivo que le bastó su espíritu emprendedor y algún fracaso previo para fundar Zapoos. La zapatería más grande del mundo que nunca produjo un zapato. Una plataforma digital que en 2006 Amazon adquirió por mil doscientos millones de dólares. Un caso icónico del potencial que las nuevas tecnologías de la información se traen bajo el algoritmo.

La capacidad que las aplicaciones digitales tienen para conectar a oferentes con demandantes es sencillamente infinita. La “economía de dos caras” no produce su valor en el proceso de producción de bienes y servicios ni depende de esa estructura de costos. No necesita espacio físico ni una flota de transporte propia para monetizar su simple pero rentable negocio.   Amazon, Airbnb y Uber están entre sus ejemplos. La rentabilidad proviene de facilitar el contacto entre comprador y vendedor a través de un software de relativa complejidad para un programador promedio. No se puede esperar menos que la re-evolución de la actividad económica que ya está entre nosotros. Una certeza que motiva a las almas emprendedoras a perseguir el nuevo “sueño americano” buscando nichos de aplicación para el modelo de negocios más próspero del siglo XXI.

Por alentadoras, las buenas nuevas no son tan fáciles de digerir para quienes administran el Estado. ¿Cómo regular a millones de individuos que deciden interactuar libremente sin la intermediación del sector público? ¿Hasta dónde abandonar a su suerte la seguridad de los ciudadanos en un esquema de cuasi anárquicos intercambios? Más difícil aun… ¿Cómo cobrar tributos, a título de qué? Y si se permite la digresión política… ¿Hasta dónde sostener la protección de los sectores tradicionales de la economía local que en muchos casos pierden sus mercados a manos de la globalización digital? La irrupción de las nuevas tecnologías atraviesa los cimientos mismos de la relación Estado – Privado al tiempo que desafía a la dirigencia a encontrar un camino para que el tránsito hacia lo inevitable sea lo menos traumático posible.

Son preguntas al mismo tiempo éticas, económicas y políticas. “Tenemos que velar por la seguridad de los consumidores”. “Las apps tienen que pagar impuestos”. “No sé si conviene proteger a los comerciantes locales o ceder ante la presión de los consumidores para que no intervenga”. Son algunas de las frases que los dirigentes con responsabilidades públicas ensayan al aire cuando intentan lidiar con el fenómeno. En rigor, la revolución tecnológica obliga a rediscutir los cimientos mismos de la organización social. Es necesario retornar a los tópicos imperecederos de la teoría política. ¿Cuál es el límite entre el individuo y la comunidad? Un interrogante que podría rastrearse desde las primeras reflexiones de los griegos antiguos, que atravesó la historia, que desafía al mundo y que hoy nos toca enfrentar también a los neuquinos.

La llegada de Uber a Neuquén

No es la primera vez que en la provincia se discute cómo administrar el efecto de las nuevas tecnologías. A principios de 2024 la legislatura trató y sancionó una nueva ley para regular los alquileres temporarios. Un servicio informal que creció exponencialmente en los principales centros turísticos, en buena medida, gracias a las facilidades de interacción que proveen las aplicaciones digitales. También la Asociación de Comercio Industria Producción y Afines (ACIPAN) se involucró en el nuevo desafío. Esta semana, en el programa “Panorama” emitido por 24/7 Canal de noticias, el presidente de la institución Danta Scantamburlo, anunció la creación de un Mercado Libre Neuquén. “El que no esté vendiendo en internet va a cerrar en poco tiempo”. Fue la frase que eligió el referente del comercio neuquino para describir la conciencia que el sector tiene ante el cambio de paradigma en la actividad económica minorista.

Pero el caso más emblemático ganó protagonismo esta semana. El próximo jueves, el oficialismo municipal buscará aprobar sobre tablas la creación de “App Neuquén Taxis”. Un intento de aggiornar la prestación del tradicional servicio de taxis y remises previo a la llegada de las empresas líderes en el rubro. En un par de semanas, Uber, Cbify o DiDi, estarán habilitadas para trabajar en la capital provincial. Las tensiones entre el “viejo” sistema de prestación y las disruptivas apps atravesó todas sus etapas y complicaciones. El gremio que aglutina a los taxistas reclama por sus fuentes de trabajo y expone lo que interpreta como una “competencia desleal”. Agrega a sus exigencias el valor de las tasas y los requisitos dispares que el Estado municipal tendría para con unos y otros. Sobre mojado, del otro lado, miles de claman la aprobación del nuevo sistema de transporte privado de pasajeros.

El punto de llegada es inexorable. Basta caminar unas cuadras por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires para advertir que la omnipresencia de taxis negros y amarillos que caracterizaba a las calles porteñas simplemente ha desaparecido. Más allá de los esfuerzos que el Estado y sus representantes pongan en práctica para “resguardar a los neuquinos”, se trata de un fenómeno global, arrasador e irreversible. Hoy toca a los trabajadores de taxis y remises lidiar con modelos de negocio que llegan a reemplazarlos. Pero ningún sector de la economía local se encuentra exento de ser alcanzado por una de las revoluciones más importantes que haya vivido la dinámica del capitalismo. Será cuestión de adaptarse y asumir el desafío. Tal vez en esa actitud resida el rol que la pujanza económica le asigne al Estado. En definitiva, de eso se trata el progreso.

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