Mientras el gremio asegura un 85% de acatamiento y el gobierno minimiza el efecto con un 48%, miles de chicos de todo Río Negro sólo tendrán un día de clases esta semana. En medio de una nueva medida de fuerza dispuesta por el gremio UnTER, el Ejecutivo insiste en que los salarios de los maestros están entre los más altos del país y que los aumentos otorgados superan los índices de inflación.
Desde la esfera gubernamental, el énfasis no está puesto en la legitimidad del reclamo docente, sino en su contexto salarial. Argumentan que el salario de un maestro de grado con jornada simple en Río Negro alcanzó los $1.044.814 en mayo de 2025, ubicándose en segundo lugar a nivel nacional, solo por debajo de Tierra del Fuego. Además, destacan que los incrementos acumulados de abril y mayo superaron la inflación interanual.
Esta comparación, presentada en medio de la disputa, busca deslegitimar la medida de fuerza y encuadrar la protesta dentro de un marco de ingratitud o falta de análisis por parte de UNTER. La propia ministra de Educación, Patricia Campos, expresó su incomprensión ante la huelga: “No se entiende la urgencia del paro en este contexto”.
A pesar de las cifras oficiales, UnTER sostiene que la última oferta salarial no responde a las necesidades del sector. El gremio optó por interrumpir el diálogo y activar la huelga, argumentando que las condiciones actuales no reflejan una mejora sustancial en la calidad de vida de los docentes. La última oferta del gobierno incluía sumas fijas no remunerativas, que por mandato, los Secretarios Generales no podían aceptar, por eso se determinó el paro por 48 horas para hoy y mañana.
El Vocal Gubernamental del Consejo Provincial de Educación, Fabio Sosa, lamentó la ruptura de negociaciones y subrayó que la oferta rechazada no fue analizada en profundidad. Desde el gobierno, además, confirmaron que los días no trabajados serán descontados, alineándose con su estrategia de presión sobre los docentes.
La confrontación entre el Ejecutivo y UnTER no es solo una cuestión de cifras. La huelga de 48 horas se inscribe en un panorama donde la educación es campo de batalla de discursos políticos. Mientras el gobierno sostiene su narrativa de estabilidad salarial, el gremio plantea un escenario de insuficiencia y desgaste, una tensión que probablemente continúe en los próximos meses.