La voz de Sol Busso se quiebra, pero no titubea. “Hoy es un día difícil, pero gracias por darle espacio a este tema que nos conmueve, nos moviliza y no nos da lo mismo”, dijo al recordar a una de las figuras más entrañables de la lucha por los derechos humanos en el Alto Valle: Lolín Rigoni, quien falleció en la madrugada de este martes a los 100 años.
Integrante de la histórica filial Neuquén y Alto Valle de Madres de Plaza de Mayo, Lolín fue ternura, firmeza y convicción. Así la describió Busso, quien pertenece al colectivo Jóvenes por la Memoria y cuyo vínculo con las Madres empezó literalmente desde la panza: “No recuerdo mi primer encuentro con ellas porque dicen que ya estaba en la panza de mi madre. Crecí con su figura, al principio lejana, y después muy cercana”, explicó en el programa Entretiempo por AM550.
En el relato de Busso emergen con fuerza los recuerdos cotidianos. Las marchas, las rondas, las reuniones, pero también los pequeños gestos de humanidad que definieron a Rigoni. “Siempre tenía una bolsa de caramelos para los más chicos. Podía estar discutiendo acaloradamente, hablando ante mucha gente o colgando carteles, pero siempre se tomaba un ratito para saludarnos y darnos un caramelo. La ternura la caracterizaba”, señaló.
Sin embargo, esa ternura iba acompañada de una convicción inquebrantable: “Era una mujer que no la doblegaba nadie. Tenía una firmeza clara, unos principios inamovibles. Siempre decía ‘cabeza clara, corazón valiente, puño combativo’, y también ‘resistir es empezar a vencer’. Nos marcó a fuego con esas frases”.
El legado militante
Jóvenes por la Memoria nació en 2017 como respuesta a una necesidad de nuevas generaciones de continuar la lucha que ellas iniciaron. “Lo armamos porque no encontrábamos un lugar donde militar los derechos humanos en el Alto Valle. Las Madres siempre fueron nuestro faro. Cuando hay un conflicto, nos preguntamos: ¿Dónde estarían las Madres? ¿Qué harían ellas?”.
Ahora, sin ninguna Madre físicamente presente, el desafío se renueva: “La sensación es que estamos girando en falso, pero no vamos a dejarnos convencer de esa idea. Nos dejaron una tarea clara: estar donde haya una injusticia, sin esperar una convocatoria, sin esperar un flyer”.
Los últimos encuentros
Sol rememora los últimos momentos compartidos con Lolín con una mezcla de dolor y gratitud. “En febrero o marzo estuvo en la ronda de los terceros jueves. Estaba sentada leyendo un libro de María Elena Walsh con mi hijo Julián, de dos años. Esa escena no me la olvido más. Y el 8M, en medio de la multitud, la encontré sentadita en su sillón. Me dijo que le habían preguntado qué le diría a las jóvenes que estaban marchando, y me respondió agarrándome la mano: ‘¿Qué les voy a decir? Ya están acá’”.
Lolín había cumplido 100 años en mayo y su alegría por ese logro también fue inolvidable: “La fuimos a saludar el 30 de abril, el día del cumpleaños de la asociación Madre de Plaza de Mayo. Estaba contentísima por llegar a los 100. Esa alegría no se borra”.
Por último, Sol pidió que “no asociemos nunca sus nombres con la tristeza”. “Ellas lo decían siempre. La lucha es también alegría, ternura, abrazo colectivo. Eso fue y será Lolín para nosotros”.
La despedida a Lolín Rigoni será este miércoles a las 11 de la mañana en el cementerio de Neuquén. Sin velatorio, pero con una memoria encendida que seguirá marchando.
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