El impactante incendio forestal en California, Estados Unidos, obligó a evacuar a 40 mil personas. El fuego arrasó con bosques y con viviendas y es una amenaza concreta para el norte de la ciudad de Los Ángeles, una zona densamente poblada. El factor principal para la propagación de las llamas -imposibles de contener cuando se escribía esta nota- es el viento, que llegaba a ráfagas de hasta 150 kilómetros por hora.
En el cono sur, en pleno verano, también hay incendios forestales. Se había controlado en las últimas horas uno en Meliquina, Neuquén, y seguía sin controlar otro en cercanías de Bariloche, frente mismo a las costas del lago Nahuel Huapi. No hay comparación posible, en magnitud y afectación a personas, con el fuego de California; pero sí, tal vez, lecciones para aprender. En especial, una: el riesgo del fuego es tan alto, que nunca se debe perder la noción de la importancia de prevenir, y, al mismo tiempo, tener todo lo necesario para combatirlo una vez iniciado.
La otra lección insoslayable es que, una vez comenzado y propagado el fuego, su control es incierto, poco previsible, por más despliegue que se haga, pues depende fundamentalmente de los factores meteorológicos; el más importante, para estos efectos, el viento. Si hay viento fuerte, el control del fuego, como prueba California en estas horas, se torna imposible.
“El incendio se alimenta de una combinación de fuertes vientos y por la topografía, que desafía de forma extrema a nuestro personal”, dijo, allí en la costa Oeste de los Estados Unidos, Kristin Crowley, jefa del departamento de bomberos de Los Ángeles. En ese momento había 10 mil viviendas amenazadas por las llamas.
Esta es otra lección que deja California para esta región: Avanzar con densidad de población humana, profusión de construcciones (con valores millonarios en dólares) en zonas boscosas y montañosas, no es precisamente seguro. El peor incendio del siglo, que devasta la costa Oeste en cercanías de Los Ángeles, así lo demuestra.
Es de es esperar que las planificaciones urbanas que se hacen en ciudades como Villa la Angostura, San Martín de los Andes, tengan en cuenta este altísimo riesgo.