AMIGOS BRIGADISTAS

De amigos a brigadistas: conocé la historia de estos jóvenes que combaten el fuego en El Manso

Con el incendio amenazando la casa de uno de sus amigos, un grupo de 17 jóvenes se organizaron y se unieron a los brigadistas para combatir el fuego.
sábado, 15 de febrero de 2025 · 06:00

El fuego desespera, arrasa, quema…destruye. Pero también une. La lucha contra los incendios en la Patagonia es al mismo tiempo un cuento de terror y una historia de solidaridad y amor. Al menos así lo saben hacer los patagónicos, porque no les sale mirar para otro lado cuando ven el sufrimiento. 

Esta es la historia de un grupo de amigos que acostumbrados desde pequeños a sobrellevar incendios y caminar la montaña, se unieron para ayudar a los vecinos afectados en la zona de El Manso, en el límite entre Bariloche y El Bolsón. Juan Marini, uno de los 17 jóvenes que se reunieron para ponerle el cuerpo a la situación dialogó con Mejor Informado y contó detalles en primera persona de cómo es trabajar en la montaña combatiendo el fuego. 

Esta historia empezó en diciembre, cuando con los primeros calores del verano aparecieron las primeras llamas cerca de El Tronador. Dos meses después, no solo no se extinguió el fuego, sino que se extendió cada vez más hasta llegar a El Manso. Si, 50 kilómetros viajaron las llamas arrasando todo a su paso. 

El fuego avanza sin pausa. 
Foto gentileza: Diego Venturino

“El incendió empezó a llegar a las casas. Cada día está más cerca y la situación es muy compleja. Cada verano la situación de los incendios se pone más intensa”, se lamentó Marini. A la ametralladora de problemas que se enfrentan en el sur del país solo se la combate de una sola manera: poniendo el pecho. Por eso cuando Marini y su grupo se enteraron que uno de sus amigos se encontraba en peligro por la cercanía de las llamas decidieron ponerse manos a la obra. 

La primera etapa fue organizar colectas de ropa, alimentos, herramientas y dinero. Por redes sociales los jóvenes lograron avanzar en el primer paso de este plan. Comprar todo lo necesario para los brigadistas y vecinos de la zona. Pero allí se encontraron con una situación más compleja de la que imaginaban: el fuego: “Vimos que estaba literalmente en frente. Es algo horrible y desesperante”

Combatir el fuego como se puede

Con el paso de las semanas el fuego creció, pero su organización también. A las colectas y compras diarias decidieron ponerle el cuerpo: “Ahí nos involucramos más y decidimos empezar a subir a las zonas de fuego”

La tarea no solo es manguerear el fuego. La primera etapa “requiere de una hora y media de caminata en pendiente cargando bidones de nafta, motosierras, mangueras, machetes y herramientas”, aclaró Marini quien además aseguró: “Tener experiencia de montaña nos dio más valentía en el sentido de meternos a combatirlo”.

Herramientas trasladadas para combatir el fuego. 
Foto gentileza: Diego Venturino

En el transcurso que dura la subida los recuerdos de la infancia aparecen. Donde antes era todo verde, pacífico y natural ahora hay miedo, alerta y cenizas. Los rayos de sol se mezclan con el humo y el viento, que antes era una brisa refrescante del verano es ahora el peor enemigo: “A veces parece que viene todo tranquilo y que podemos avanzar y el viento vuela todo y reaviva el fuego”, lamentó. 

Uno no sabe lo atróz y peligrosa que puede ser la naturaleza hasta que la enfrenta. Allí no hay segundas oportunidades ni compasión. Es aquí y ahora. Todo o nada. Así lo relata Marini en las historias que le tocan vivir a él y sus conocidos. Es que en más de una oportunidad el viento no sólo reaviva el incendio, sino que crea jaulas de fuego que encierran a los brigadistas y colaboradores. La realidad es compleja y muchas veces se le quita peso a la labor de quienes caminan las cenizas de un bosque muerto por un fuego más que vivo. 

 

Organización de los cortafuegos

La práctica hace al maestro, dicen. Y Marini y sus amigos solidarios lo comprobaron. “Conocimientos de fuego tenemos pocos. Pero llegamos y la gente de Parques Nacionales nos divide y empezamos a trabajar. Subimos a ayudar en lo que se nos pide”, aseguró en referencia a las tareas que van desde el transporte de los insumos hasta formar parte de los cortafuegos. 

En relación a estas tareas, el joven explicó: “Generalmente se van organizando cuadrillas. Va una persona adelante con una motosierra y otra detrás que van cortando los árboles más grandes. Atrás viene gente con  machetes desmalezando lo que más se puede. Por último viene una línea de gente limpiando lo que queda con rastrillos y azadas para dejar suelo”

Esta técnica es reconocida entre los brigadistas y busca formar una hilera separatoria entre las zonas incendiadas y el resto del bosque para evitar que el fuego se siga propagando.

 

Una situación cada vez peor

“Es una gran ayuda que la que da la gente que sube a la montaña. Cada día se suman más personas y eso es algo muy bueno. Pero la realidad es que no alcanza”, se lamentó Marini. No solo por que muchas veces el viento hace inutil el esfuerzo de los cortafuegos, sino por la gravedad del incendio

“No está mejorando la situación, esto va a parar con una lluvia de varios días o con la llegada de más medios aéreos (aviones)”, explicó el joven. Además explicó que allí la intervención del estado es total y que “los brigadistas, la gente de parques y del Spliff lo están dando todo”

Otra jornada de combatir el fuego en equipo. 
Foto gentileza: Diego Venturino
 

En muchos casos se desconoce cuál es su situación. Los brigadistas que llegan de Neuquén, Córdoba, Corrientes, Chaco, Tucumán y demás puntos del país, no solo se enfrentan al fuego. También deben afrontar jornadas de 9 o 10 horas durante 20 días de corrido sin tener un buen lugar donde descansar o dormir. “La batalla no solo es contra el fuego, es también contra el propio físico o el haber dormido mal”, explicó. 

La desesperanza es total. Pero las fuerzas solidarias no paran ni un segundo. El proceso es físico y también mental. Cumplir el objetivo no depende de su esfuerzo, es necesario que el clima y la naturaleza empiezan a torcer la cuerda. Como un boxeador arrinconado contra las cuerdas esperan una última bocanada que los deje sacar un gancho de knockout. De momento solo queda resistir esperando el momento oportuno. Ya habrá tiempo para lamentar las pérdidas. 

 

Mantenete informado todo el día. Escuchá AM550 La Primera aquí

Seguinos por la tele, en CN247 aquí

Comentarios