CRÓNICAS NEUQUINAS

Olascoaga, el gobernador escritor

El primer mandatario neuquino era un militar con muchas inquietudes culturales que quedaron plasmadas en su abundante obra. Conocela en esta nota.
domingo, 20 de noviembre de 2022 · 06:00

(Por Más Neuquén)

Manuel Olascoaga, primer gobernador del territorio del Neuquén,  era un militar con muchas inquietudes culturales, que quedaron registradas en su abundante obra literaria y científica. Evidentemente, participaba de los ideales de la generación del ’80. Confiaba en el desarrollo de la civilización y del progreso en oposición a lo que entendía como la barbarie, especialmente la encarnada por Juan Manuel de Rosas y por Facundo Quiroga y en el enfrentamiento ciudad-campo y catolicismo-superstición.  Es la típica personalidad polifacética y romántica del siglo XIX, en la que se conjugan las armas y las letras. De formación militar -ámbito en el que inicia su carrera hacia 1852 y alcanza el grado de Coronel-, se dedica a los estudios geográficos y topográficos, a la plástica (domina las técnicas de pluma, lápiz, témpera y óleo), el periodismo, la historia y las letras, y en todas estas tareas se destaca.

Durante su estancia en Chile (destierro por su apoyo a la “Revuelta de los Colorados” contra el gobierno nacional y la Guerra del Paraguay), compuso El sargento Claro, novela histórica sobre las aventuras en Chile de un soldado argentino, quien “se ve envuelto en diversas dificultades, de las que al fin sale victorioso y héroe de un viril romance, trayéndose a su tierra nativa a la bella esposa chilena”. Esta obra  se vaticina un conflicto armado chileno-argentino.

En “El brujo de las cordilleras: Crónica de las depredaciones de indios y aliados en las poblaciones australes de Buenos Aires y demás provincias” (1895), que publicó con el seudónimo “Mapuche”,  trató el problema de la frontera y de las incursiones de los denominados “indios chilenos” por territorio argentino. Olascoaga habla de los “mapuches” refiriéndose a los indios argentinos, mientras que emplea la denominación “araucano” para los chilenos. Precisamente, en esta “crónica”, el escritor denuncia los delitos que cometen los araucanos en contra de los mapuches y de los criollos.

El otro problema político social que le interesaba mucho a Olascoaga es el de la marginalidad que padecían los gauchos. A este asunto dedicó “Juan Cuello: Historia de un argentino“ , obra gauchesca en prosa, escrita en 1873 y publicada en los folletines de El Nacional, de Buenos Aires, entre el 10 de enero y el 3 de febrero de 1880. Inspirada en el celebre bandido rural (León Gieco lo menciona en su conocido tema, bandidos rurales). En la introducción, el autor explica la situación de los gauchos reclutados por la fuerza para servir en las “huertas” de Juan Manuel de Rosas y presenta al protagonista como una figura que se ha convertido en leyenda, “no tanto como personaje histórico sino como tipo argentino eminentemente característico y como símbolo de la inferior clase social de nuestro pueblo”, aclara Olascoaga. Inicialmente la finalidad es más sociológica y política que literaria, denunciando las medidas inhumanas del gobierno nacional: “no aceptamos tampoco, de ningún modo ni aun respecto de los indios de la pampa, la fórmula administrativa de matar a todo aquel que se revela contra la autoridad, ya sea esta la de 1851 o la de otra época”.

“Juan Cuello” queda inconcluso, pero por los nueve capítulos publicados puede inferirse la línea argumental. Gracias a la estrategia de incluir un manuscrito que cuenta la historia de Manuel Cuello, el padre de Juan, Olascoaga retrotrae la acción hasta 1807 y las Invasiones Inglesas. Su intención parece ser la de denunciar el trato injusto que ha recibido el hombre de campo desde el tiempo colonial, por ser víctima indefensa de los tiranos, sean estos los españoles, los unitarios o los caudillos federales. El problema no es únicamente político pues se sustenta en concepciones ideológicas arbitrarias e injustas. La mayor parte de la historia transcurre en la región cuyana, sobre todo en San Luis; pero se extiende luego hacia la pampa bonaerense. Manuel Cuello, escapando de la policía después de vengar el asesinato de su familia, se refugia en el Desierto y es acogido en un campamento mapuche. Olascoaga aprovecha este episodio para describir las costumbres indígenas, mostrar sus conocimientos sobre la lengua aborigen y para manifestar, indirectamente, su opinión contra la política nacional de exterminio genocida (llama la atención esta postura porque Olascoaga fue uno de los militares que más ayuda táctica y logística proporcionó a Julio Argentino Roca en su Expedición al Desierto)

El mismo espíritu crítico resalta en El Club de las Damas, cuya primera edición en castellano (1903) se limitó a un número reducido de ejemplares, para obsequiar a sus amigos y relaciones. La obra consta de veinticuatro capítulos.  El eje estructural de esta novela es la crítica a los políticos autoritarios que gobiernan la provincia a lo largo del siglo XIX. Si bien no se nombra al “pequeño pueblo” en que ocurren los acontecimientos, puede conjeturarse que se trata de Mendoza.

 

 

Resumen de su obra

A nivel periodismo, Olascoaga editó los diarios La Constitución (Mendoza, 1856), El Comercio (Rosario, con Eudoro Carrasco), La linterna del diablo (Santiago de Chile, 1866-1867) y La Estrella de Chos Malal.

De sus relatos y ficciones podemos mencionar: Misterios argentinos (1866); Juan Cuello (obra de tinte gauchesco en prosa, 1873, con el seudónimo de “Mapuche”); El brujo de la cordillera (crónica de las depredaciones de indios y aliados en las poblaciones australes de Buenos Aires y demás provincias, con el seudónimo de “Mapuche“, 1895); El sargento Claro o la guerra con Chile (con el seudónimo de “Mapuche“, 1894-1895); El Club de las damas (novela histórica, 1903); Criollos históricos (novelas históricas); Un porteño revolucionario (cuento histórico), Romántico rebelde, La lanza del Montonero y El taita Garnica.

Entre sus obras dramáticas tenemos: El latinea blanco (drama musical histórico de cuatro actos, 1899); Patria (drama en verso de cuatro actos); Facundo (drama en verso de cuatro actos, 1903); Liú Huincá (el huinca, extranjero blanco, ópera, 1899); El gran reformador  (comedia, en dos actos), Crispín y El gobierno de los locos (comedia en dos actos).

También desarrolló importantes trabajos científicos como por ejemplo: Memoria del Departamento de Ingenieros Militares, Topografía andina (1892),  Aguas perdidas (1903), Cuestión de límites con Bolivia, Biografía de don Bernardo de Irigoyen, Los Andes Australes, El país del Norte, Compendio Geográfico de Mendoza, Misterios Argentinos (1866), Regiones Australes (1883).

Su Estudio topográfico de Ia Pampa y Río Negro (1880) recibió la medalla de oro en el Congreso Internacional de Geografía realizado en Venecia al año siguiente; el cuadro “Chos Malal, vista panorámica” obtuvo la gran medalla de oro en la exposición de Chicago en 1893.

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