CIENCIA Y PALEONTOLOGÍA
Hallan en la Patagonia el fósil de renacuajo más antiguo del mundo
Este descubrimiento es de un valor científico excepcional dado que aporta información inédita sobre el maravilloso ciclo evolutivo de ranas y sapos.Investigadores del CONICET, en colaboración con la Academia de Ciencias de China, descubrieron el fósil de renacuajo más antiguo que se conoce. Este fósil de la especie Notobatrachus degiustoi, hallado en la provincia de Santa Cruz, tiene una antigüedad de 165 millones de años y dada su relevancia científica, fue analizado y presentado en la revista científica Nature el 30 de octubre de 2024.
Se trata de un descubrimiento hecho “de casualidad”, tal como comentó uno de los investigadores, y que arroja nueva luz sobre la evolución de los anfibios como ranas y sapos.
Un fósil excepcional
El hallazgo se produjo en la estancia La Matilde, a unos 100 kilómetros de Puerto Deseado. La especie Notobatrachus degiustoi, que vivió durante el período Jurásico, es una antecesora lejana de los anuros actuales. Si bien se conocían fósiles de adultos de esta especie desde 1957, lo particular de este nuevo descubrimiento es que se trata de una larva fosilizada, algo inusual en la paleontología debido a la dificultad de conservación de estas estructuras blandas.
Matías Motta es becario del CONICET en el MACN y miembro del equipo de investigadores y es quien relató que el hallazgo fue fortuito: “Hallar este fósil fue una experiencia única en múltiples sentidos, por lo inesperados que muchas veces son algunos descubrimientos cuando se realizan trabajos de campo”.
Y agregó sobre el sorprendente contexto en que encontró los restos: “El descubrimiento no se produjo durante las largas jornadas de trabajo, sino que fue en el descanso para el almuerzo cuando tomé del suelo una laja cualquiera, entre las miles que había, y noté que había huesos e impresiones en la roca. Si bien fue suerte agarrar esa roca y no otra, fue decisiva la apuesta por parte del equipo en ampliar los esfuerzos de trabajo en esta cantera”. Cabe agregar que la expedición fue liderada por los científicos Fernando Novas, del CONICET, y Xu Xing, de la Academia de Ciencias de China.
Comprender la evolución
La importancia de este hallazgo es relevante sobre todo para entender mejor la evolución de los anfibios. Debido a la escasez de fósiles de renacuajos, la fase larval acuática de los anfibios ha sido un enigma para los investigadores, en la historia evolutiva de estas especies.
Este descubrimiento realizado en el corazón de la Patagonia, es una oportunidad única para estudiar cómo fue el desarrollo de la fase larval en los anfibios primitivos. Por eso, según Mariana Chuliver, investigadora de la Fundación de Historia Natural Félix Azara y autora principal del estudio, “el fósil de Notobatrachus contribuye a entender la evolución del ciclo de vida de los anuros, los únicos vertebrados que atraviesan metamorfosis tan radicales entre sus etapas larval y adulta”.
En esa misma línea, otro de los datos que aporta este descubrimiento es sobre las escasas variaciones en el ciclo de vida de los anuros. Según un análisis filogenético realizado con la ayuda de una supercomputadora de la Universidad Nacional de Córdoba, Notobatrachus es un pariente cercano de los anuros modernos dado que se pudo evaluar que el diseño corporal de estos renacuajos se ha mantenido relativamente sin cambios durante los últimos 160 millones de años. “Las similitudes morfológicas entre este renacuajo jurásico y algunos actuales muestran la estabilidad de este ciclo de vida, que se ha mantenido exitoso a través de millones de años”, señaló Martín Ezcurra, investigador del CONICET en el MACN.
Los análisis del fósil también revelaron que el renacuajo de Notobatrachus, con una longitud de 16 cm, era significativamente mayor que la mayoría de sus ejemplares modernos. Esta característica llevó a los investigadores a considerar que el gigantismo en la etapa larval podría haber sido común entre los anfibios primitivos. Además, el estudio del esqueleto hiobranquial indicó que estos renacuajos se alimentaban por filtración, utilizando una bomba bucal similar a la de las larvas actuales.
Nuestro suelo, rico suelo
Para los investigadores, este descubrimiento en el suelo patagónico, más allá de su importancia científica, también destaca el valor de los trabajos de campo que llevan a cabo los paleontólogos, para hallar evidencias de la evolución temprana de los vertebrados.
Fernando Novas, uno de los líderes de la expedición, subrayó que el reconocimiento de esta investigación en la destacada revista científica Nature es un testimonio de la relevancia de la paleontología argentina para ampliar la comprensión sobre la evolución de los ciclos de vida en los anfibios.