HISTORIA DEL NORTE NEUQUINO

Pasado y presente de los hombres que mueven la única balsa en Neuquén

Es utilizada especialmente por crianceros, pobladores y turistas que necesitan cruzar el río Neuquén por la Ruta Provincial 9.
martes, 24 de diciembre de 2024 · 16:00

En el norte neuquino funciona hace más de 80 años la balsa manual Huitrín, última de su tipo en Neuquén y declarada patrimonio provincial. Está ubicada a unos 50 kilómetros de Chos Malal y es la única que cruza el río Neuquén y aún se mantiene en funcionamiento.

Utilizada especialmente por crianceros, pobladores y viajeros que necesitan cruzar el río Neuquén por la Ruta Provincial 9 permite ahorrar varios kilómetros para llegar a Buta Ranquil. Pero principalmente es utilizada y es más que necesaria para las familias crianceras que tienen allí sus campos de invernada.

Es la única que cruza el río Neuquén y aún se mantiene en funcionamiento.

Para conocer la balsa, se puede tomar la Ruta Nacional 40 hacia la ciudad de Chos Malal y utilizar el desvío hacia la Ruta 9, desde donde se recorren unos 20 kilómetros de camino de ripio para llegar al destino. Miguel Angel Ulloa, balsero, que hace 9 años realiza esta actividad y más de 40 recorriendo la zona recibió a Mejor Informado como también Roberto “Beto” Ávila, próximo a cumplir 25 años como balsero en Huitrin.

Si el río lo dispone y las condiciones climáticas acompañan, la balsa opera desde las 8 hasta las 18, todos los días del año. Se trata de un servicio importante para muchos usuarios, principalmente familias crianceras y turistas que, atraídos por la mística de cruzar el río en balsa, se acercan a la zona.

"Beto" Avila, "Beto", el balsero más antiguo del lugar,

Alrededor se pueden apreciar construcciones antiguas, utilizadas años atrás por los balseros y las familias de mineros que trabajaban en la zona. La balsa  cumplió un rol fundamental durante la explotación de la mina de carbón del pueblo de San Eduardo que nació para albergar a sus trabajadores; sus vagonetas transportaban hasta 500 kilogramos de carga por rieles de hierro hacia los silos, donde se cargaban los camiones.

Todavía se pueden apreciar ventanas pequeñas con vista privilegiada a la balsa que nos llevan en minutos a la historia de este Neuquén Profundo como si pudiéramos viajar en el tiempo. El sonido del río, el viento que pareciera acariciar y los relatos de estos hombres que aseguran estar cada día en el lugar que desean.

José Baeza, el único poblador permanente del lugar.

Mientras las manos de Beto giran y giran, sonriente nos dice: “Muchos lo consideran un paseo, otros desconocen su funcionamiento y existencia, para nosotros nada nuevo, yo crecí en esto”. 

José Baeza es el único poblador permanente del lugar, con 75 años, vive solo. "Vivo acá porque me gusta la pesca”, nos cuenta y muestra con orgullo sus gallinas, pollitos, la construcción de adobe que está realizando y explica algunas técnicas de pesca que le dan la satisfacción cada día de obtener parte de su alimento.

 La primer balsa era de madera, con destacamento policial y gran movimiento de personas que ya cerca de 1948 la utilizaban para llegar a la mina de San Eduardo, en ese entonces un lugar muy importante de la zona. Con gran intercambio comercial y paso obligado de muchas familias, hasta que finalmente se hizo el puente sobre el río Neuquén en cercanías de Chos Malal, y varias personas dejaron de utilizarla. Sumado a esto, la explosión de la mina San Eduardo.

La balsa funciona de manera manual, a tracción, siempre con la necesidad del trabajo de dos operarios que permite que en 15 minutos uno se encuentre del otro lado del río. 

Además la balsa necesita la correspondiente y siempre tan necesaria reparación de sus flotadores, condenada a hundirse si no se realizan los arreglos que requiere su mantenimiento.

"Beto", el balsero más antiguo del lugar, nos moviliza con sus relatos y tantas vivencias para compartir: "La balsa es una familia más para mí, gracias a ella vivo, tengo trabajo, salud, y quiero hasta el último día de mi vida dedicárselo a este lugar”, confiesa.

Nacido en la zona, nos muestra las ruinas de la escuela donde asistió con 10 años y allí terminó la escuela primaria. También muestra orgulloso lo que queda de la casita en la que vivía con su familia y los recuerdos de un horno de barro que aún hoy utiliza para hacer el pan casero y las tortitas con chicharrones. “Mi papá era minero, extraían a pico y pala baritina, un mineral apreciado por la industria de la cerámica y el papel, pero también requerido por empresas de explotación petrolera”, explica el hombre.

La balsa sirvió para el paso de los competidores de la carrera de Turismo de Carretera Nacional, de 1950. 

"Esta balsa funciona desde 1956, la de madera, la primera desde 1941, permitió el paso del pre Dakar, diferentes carreras, también experiencias en torno a las crecidas, ahí trabajamos las 24 horas", comenta.

El período de mayor auge de la balsa fue entre 1945 y 1951, cuando salían hasta 15 camiones por día desde San Eduardo hacia Chos Malal, y desde allí hasta Zapala lo que demandaba 13 horas de viaje, tiempo que se redujo a la mitad con la instalación de la balsa.

Además, la balsa del norte neuquino fue testigo de hechos históricos como el paso de los competidores de la carrera de Turismo de Carretera Nacional, de 1950. 

Con el cambio de la traza de la ruta 40, la balsa disminuyó el nivel de tránsito pero desde entonces sigue prestando un servicio fundamental a pobladores y productores locales que necesitaban unir las márgenes sur y norte durante su camino.

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