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Lunes 14 de Julio, Neuquén, Argentina
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De la guardia a las redes: el pediatra que traduce la medicina para que todos la entiendan

En una entrevista con Mejor Informado, el médico pediatra Diego Montes de Oca reflexiona sobre cómo cambió la relación entre médicos y familias, el impacto de la sobreinformación y el valor de escuchar antes que recetar.

Lunes, 14 de julio de 2025 a las 19:26
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“Hoy el médico ya no tiene la última palabra: ahora se conversa”

Habla con claridad, con empatía y sin rodeos. Diego Montes de Oca no solo es pediatra: es comunicador, docente y una figura que supo llevar la medicina a un lenguaje accesible sin perder rigor.

Con más de dos décadas de experiencia en medios y en el consultorio, su mensaje es simple pero poderoso: “El médico ya no tiene la última palabra. Ahora se conversa”.Con los años, además de médico de familia, Diego Montes de Oca, se convirtió en un comunicador de salud. Con el objetivo de informar y mejorar la calidad de vida de las personas, este médico pediatra lleva adelante charlas para embarazadas, padres, abuelos y también adultos mayores. Afirma que las redes sociales le dieron la posibilidad "de acercarme a la gente, de escucharlos, responder sus inquietudes y ser parte de sus vidas".

En una entrevista con Mejor Informado, el profesional aseguró que disfruta mucho la interacción con las personas para promover e informar sobre la salud y el bienestar, brindando información actualizada.

Se formó como Médico en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y es pediatra acreditado por la Academia Nacional de Medicina y la UBA. Realizó un Fellowship en Pediatría Ambulatoria. Es experto en lactancia materna, embarazo, vacunas, enfermedades infecciosas. Autor del libro "La llegada más esperada", una guía pediátrica que ayudará a la mamá y el papá a disfrutar con todo su corazón a su bebé.

 

¿Cuánto influye que hoy las familias estén tan informados a la hora de hacer una consulta?

Cambió muchísimo. Antes el padre venía sin herramientas para acceder a la información. Hoy viene con un diagnóstico posible, sabe cómo se trata, conoce las últimas terapéuticas. Sabe un montón.

 

¿Lo sabe realmente?

Muchas veces sí… o cree que lo sabe. Pero también pasó algo importante: el médico se bajó de ese pedestal en el que decía “yo soy el médico y se hace lo que yo digo”. Hoy se charla más con los pacientes. Les explicás: “Podemos ir por este camino, o por este otro. ¿Qué te parece?”. Ya no es blanco o negro. Ahora hay mucho más diálogo con la familia.

 

Que lleguen a la consulta con más información, ¿te parece positivo?

Sí, sobre todo en pediatría. A mí me encanta esa discusión. En otras enfermedades como las oncológicas o reumáticas, donde los tratamientos son más complejos, también se conversa con el paciente. Eso democratizó mucho la medicina. Ya no tengo la última palabra: los invito a sentarse y charlamos juntos.

Para Montes de Oca, el médico se bajó de ese pedestal en el que decía “yo soy el médico y se hace lo que yo digo”, "hoy se charla más con los pacientes".

¿Las consultas se hacen más largas con este ida y vuelta?

Claro, pero depende. Si tenés la suerte de tener un consultorio donde no hay límite de tiempo, es una excepción. Acá muchas veces te dicen: “Tenés que atender 20 pacientes en dos horas”. ¿Cómo hacés? Es un sistema roto. Ahora se está dando una transformación entre prepagas, obras sociales, sistema privado y público, pero todavía falta que se acomode. Y lamentablemente no hay soluciones mágicas, porque aunque hay muchos médicos, nunca alcanza.

 

¿Cuánto duró el aplauso a los médicos en la pandemia?

Tal cual. Acordate de los terapistas. Fueron ídolos mundiales… y a los dos minutos, todos se olvidaron de ellos.


¿Cómo fue tu llegada a los medios?

Fue medio de casualidad. Un amigo me dijo: “Diego, hagamos un programa de tele”. Y yo le dije: “¿Estás loco? Los médicos que aparecen en la tele son todos truchos”. Yo soy de la Universidad de Buenos Aires, de Casa Cuna. ¿Cómo iba a estar en la tele? Pero tanto me insistió, que terminé aceptando. Mirá lo que son los paradigmas.

 

¿Cómo fue ese comienzo?

Empezamos con un programa de televisión justo cuando arrancaba Facebook. Hacía 25 años. Después vinieron las charlas, los cursos de preparto… Me asocié con parteras y dábamos charlas gratis a cinco embarazadas. Y les gustaba. Con el tiempo, armamos un equipo, empezamos a dar más charlas, y eso creció muchísimo. Un día dije: “Voy a dar una charla abierta para informar a la comunidad”. Pegábamos carteles por la calle… y se juntaban 100 embarazadas. Después 200. Y con la llegada de las redes sociales, explotó. Hoy recorro provincias por toda la Argentina. En cada lugar se juntan entre 500 y 1.000 embarazadas. También dimos charlas en Uruguay, en Montevideo, en México. Un paso te lleva al otro, y casi sin darte cuenta terminás ahí.

 

Con toda esa experiencia, ¿cómo hacés para adaptar el mensaje médico a algo más masivo, más comprensible?

Como decías vos, el médico puede complicarte la vida. Te puede hablar de cosas que no entendés. “La nueva terapéutica para la espondilitis actúa sobre las células de Purkinje en el ángulo posterior de la cadera.” ¿Qué dijiste? No se entiende nada. Entonces, en vez de decir “patología”, digo “enfermedad”. En vez de “terapéutica”, digo “remedio”. Yo siempre pienso en Doña Rosa, como decía Neustadt. Si mi abuela, que no sabe nada de medicina, lo entiende, entonces estoy comunicando bien. A nosotros no nos formaron para eso. Nos formaron para hablar difícil y que nadie nos entienda. Fue un aprendizaje de años. Hice una maestría en periodismo científico, y después de mucho recorrido, uno logra hablar claro. Eso es lo que tenemos que hacer todos los médicos: que el mensaje llegue.

 

Volviendo al consultorio, que es donde muchos padres se sienten identificados, ¿qué es lo que hoy más te consultan?

Hay dos tipos de consulta. Una es la que más me gusta: la del niño sano. Seguir el crecimiento de un chico sano es extraordinario. Lo ves desde que nace hasta que tiene 16 años. Acompañás a esa familia, a esa madre, que te confió lo más preciado que tiene: su hijo. Y no es solo crecimiento físico. También es emocional y psicológico. Te preguntan cómo ponerle límites al niño, cómo hacerlo más feliz, cómo acompañar los berrinches. Eso es lo más lindo de la medicina: ayudar a que una familia sea más feliz, que una madre esté menos angustiada, que un padre se sienta parte.

 

¿Cómo se logra eso con tan poco tiempo hoy?

Con magia (risas). Y con consciencia. La familia viene sin experiencia, nunca tuvo un hijo antes. Entonces te dicen: “Tomá, ¿qué hago?”. Y vos, de a poco, les das autoestima, herramientas, conocimiento. Por eso ahora hay muchos cursos para madres y padres.

 

¿Y el otro tipo de consulta?

El del niño enfermo. Consultan por fiebre, tos, mocos, infecciones. Los chicos tienen fiebre todo el tiempo, porque viven contagiándose. También hay muchas dudas sobre la alimentación, que es clave hoy en día. Otro tema gigante: el sueño. “No me duerme”, te dice la mamá. Y después, claro, el crecimiento y desarrollo en general. Hay que estar preparado tanto para atender a un recién nacido como a un adolescente de 16. Cambia todo.

 

Mirá la entrevista con Diego Montes de Oca:


 

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