Jorge tiene 60 años y pesa 100 kilos. Durante 40 años vivió en una pecera en Mendoza. Cuando cerró el acuario fue llevado a Mar del Plata para entrenarlo y liberarlo. El 11 de abril de 2025 en una embarcación de Prefectura Naval que zarpó de playa Constitución, el tortugo fue devuelto al océano.
Sin embargo, la fascinante liberación y seguimiento de su viaje al norte de Brasil, llegó a su fin. Ya no se podrá conocer su ubicación y movimientos con el telémetro que lleva en su lomo y que permitió a los científicos de Mar del Plata conocer del comportamiento de su especie.
Este tipo de instrumento tiene una vida útil, su duración depende de la batería que no es recargable, de la rotura de la antena o la acumulación de biofauna y otros organismos. Estas pueden ser las razones de la pérdida de la señal y el fin del monitoreo.
En una noche, el tortugo cruzó el Río de la Plata y a mediados de julio ya había llegado a la Bahía de Guanabara, en Río de Janeiro. Solo faltan 1600 kilómetros para Salvador de Bahía y Praia do Forte, el paraíso norte de ese país donde se cree que nació.
Desde su liberación, se pudo registrar con precisión su trayectoria a través del monitoreo satelital durante 109 días, en los que recorrió entre 3.500 y 4000 kilómetros en mar abierto y confirmar que la reinserción de Jorge a su hábitat fue exitosa.
Durante el recorrido, Jorge se orientó perfectamente, mantuvo velocidades normales, se alimentó en las zonas esperadas y cruzó a Brasil en 18 días, lo que demuestra un excelente estado de salud y una gran capacidad de orientación.
El telémetro emitía una señal solo cuando el tortugo salía a respirar varias veces al día. A través de los sensores de humedad y conectividad se conocía la zona y el sitio por donde andaba.
Cuando fue liberado se movió rumbo al Norte. Nadó alrededor de 30 horas seguidas, entre 60 y 80 kilómetros a una velocidad de entre 2 y 3 kilómetros por hora. Después se mantuvo en una misma zona durante un par de días y continuó su recorrido.
El 29 de julio fue el último día que el equipo de monitoreo recibió una señal de Jorge. Esto no significa ningún indicio negativo sobre su salud o comportamiento, al contrario, el tortugo se encuentra en la Bahía de Guanabara, un hábitat natural para anfibios de su especie, elegida por miles de éstos ejemplares, ya que nadan en aguas cálidas y con gran presencia de alimento, como calamares y cangrejos.
El peligro que persiste es la contaminación oceánica por plásticos, incluyendo el celofán, un problema ambiental grave que afecta a la fauna marina. La pesca en redes es otro gran riesgo que corre en el mar.
Lo cierto es que después de 40 años en cautiverio, Jorge logró volver a su hogar, gracias a un trabajo interdisciplinario y comprometido de casi 3 años. Este logro es una prueba de que, cuando hay compromiso, la naturaleza y el ser humano pueden caminar en la misma dirección.
¡Buena vida Jorge!