La Orquesta Sinfónica del Neuquén celebró este viernes 29 de agosto sus 25 años de vida con un emotivo homenaje a su creador y primer director, el maestro Reinaldo “Naldo” Labrín. El escenario elegido no fue casual: el Cine Teatro Español, donde aquella joven orquesta de cámara debutó el 18 de agosto de 2000, se convirtió nuevamente en el espacio de los grandes momentos.
Labrín, quien en aquellos años dio forma al proyecto impulsado por el Gobierno de la Provincia y la Fundación del Banco Provincia de Neuquén (BPN), reunió a músicos de distintos puntos del país y del exterior mediante rigurosas audiciones. Con ellos escribió las primeras páginas de una historia que hoy es patrimonio cultural de todos los neuquinos.
El punto más esperado de la noche llegó con el estreno de “La Angostura”, una suite para cuerdas y arpa solista compuesta por Labrín e inspirada en la Villa. La obra, estructurada en tres capítulos –El Lago, Arrayanes y Arroyos de Cordillera–, fue recibida con una ovación de pie por parte del público.
En reconocimiento a su trayectoria y aporte, la presidenta de la Fundación BPN, Marlene Velásquez Herwitt, le entregó una batuta grabada, mientras que en nombre de los primeros integrantes de la Sinfónica, Clara Nardozza (guía de violas) le obsequió un presente conmemorativo.
Naldo Labrín no solo fundó una orquesta: sembró un proyecto cultural que, un cuarto de siglo después, continúa inspirando y trascendiendo generaciones.
Al tomar la palabra, Labrín repasó los comienzos de la orquesta: “No es fácil rememorar esos inicios. Éramos apenas 12 músicos, hoy quedan seis de los fundadores. Comenzamos en la sala Alicia Fernández Rego, con muchas dificultades. Yo vivía en Buenos Aires y el gobernador (Jorge Sobisch) me dijo: ‘Quiero que te vengas’. Yo respondí que podía poner otro director, pero él insistió: ‘Si no está tu cara, no hay orquesta’. Y así fue, porque si yo no venía, esto no nacía”, relató.
Conmovido, el maestro reflexionó sobre el sentido de la música y la cultura: “Lo que se da entre quienes tocan y quienes escuchan es quizá el más alto nivel de lo que es la cultura. Porque en ese encuentro está lo que toda comunidad necesita para crecer. Esto no es un gasto, es una inversión necesaria para el alma de la gente. Todo gobernante que lo entienda va a construir una sociedad mejor”.
“Lo que se da entre quienes tocan y quienes escuchan es quizá el más alto nivel de lo que es la cultura. Porque en ese encuentro está lo que toda comunidad necesita para crecer", dijo Labrín.
Finalmente, dejó un mensaje hacia el futuro: “Yo no voy a estar para los próximos 25 años, pero la orquesta tiene que resistir 25, 50 o 70 años más, porque estas tradiciones, si hay voluntad política, nunca mueren. Y es la gente la que debe defender estos proyectos”, afirmó, despertando una ovación de pie.
A 25 años de aquel primer concierto, la figura de Naldo Labrín sigue marcando el pulso de la música en la región. Su legado se mantiene vivo en cada nota, en cada músico formado bajo su guía y en cada público que se emociona al escuchar a la Orquesta Sinfónica del Neuquén.
Porque Naldo Labrín no solo fundó una orquesta: sembró un proyecto cultural que, un cuarto de siglo después, continúa inspirando y trascendiendo generaciones.