OPINIÓN: Rubén Boggi

Financiar con orden

Antes de que se anunciara el paro de lunes y martes desde el gremio ATEN, los referentes políticos del área educativa neuquina lo habían anticipado como cosa decidida más allá de los números en danza. “Quieren marcar la cancha, también desde la política. La pulseada, más que con nosotros, es con Macri. Van a hacer uno o dos días de paro, pero van a terminar arreglando”, musitó alguien cercano a las oficinas donde se cuecen las habas de la negociación con los sindicatos.
domingo, 28 de febrero de 2016 · 11:20
Comenzar marzo con un paro docente no es bueno para el gobierno de Neuquén –menos aún para la sociedad neuquina- pero no es algo que esté fuera de cálculo. Estaba en las proyecciones, y el gobierno intentó evitarlo, pero no a cualquier costo. ¿Por qué la prudencia del ojo sobre las cuentas públicas? Porque se está jugando al filo de una situación financiera muy peligrosa, y porque además, se sabe que ya lo ofertado supera la capacidad de disponibilidad de caja, y que desde la misma negociación el Estado juega sobre la base de tomar más deuda para financiar gastos corrientes.


El sindicalismo también lo sabe, y esto es lo que está en el fiel de la balanza del poder corporativo de la provincia. El que administra, sabe que juega con fuego; el que pretende administrar desde la presión sectorial permanente, sabe que ese fuego lo puede quemar también, de manera casi directa.


Antes de que se anunciara el paro de lunes y martes desde el gremio ATEN, los referentes políticos del área educativa neuquina lo habían anticipado como cosa decidida más allá de los números en danza. "Quieren marcar la cancha, también desde la política. La pulseada, más que con nosotros, es con Macri. Van a hacer uno o dos días de paro, pero van a terminar arreglando”, musitó alguien cercano a las oficinas donde se cuecen las habas de la negociación con los sindicatos.


Lo ofertado, hasta ahora, implica alrededor de 29 por ciento de mejora en los actuales salarios docentes. Implica esto que para septiembre de este año, un maestro inicial sin antigüedad pasaría de 8.470 pesos a 11.234 pesos. Un director con 10 años de antigüedad, de 20.564 pesos, a 26.492 pesos. Esta proyección y otras fueron prolijamente analizadas en la mesa de las negociaciones. "No alcanza, aunque no estamos tan lejos”, dijeron los gremialistas, para enseguida deslizar que la negociación seguirá.


Es lo que se presume. Pasado el paro, pasado el discurso de Omar Gutiérrez en la Legislatura, el 1 de marzo, pasadas las movilizaciones del gremialismo y del MPN, habrá nueva "juntada”, se vaticina, y habrá posibilidad de acuerdo, sobre la base de que el gobierno aumente un poco más la oferta, para que se ubique más cerca del 34,6 por ciento que arreglaron finalmente los docentes bonaerenses, o en todo caso supere aunque sea un poco el 30 por ciento conseguido y acordado ya por la UNTER en Río Negro.


En este contexto, juega la media aceptación –que pasaría a ser aceptación entera- de los sindicatos ATE y UPC respecto de la paritaria más voluminosa, la del escalafón general del Estado. Es la que mueve significativamente la masa salarial global, y la oferta es de una suma fija no remunerativa a pagar por los meses de enero y febrero (3.600 pesos), más 1.800 pesos por mes (suma fija remunerativa) hasta junio inclusive, más un aumento promedio de 22 por ciento en el básico. Definen las asambleas, pero los popes sindicales ya hicieron un guiño a favor de cerrar el capítulo y avanzar con el resto de los sectores que tienen convenio colectivo propio.


Mientras esto ocurre u ocurrirá en esa sombra escurridiza que es el futuro, el gobernador Gutiérrez sigue  con marcada convicción por el sendero de la intensidad desdramatizada. Aparece abriendo una válvula de agua en un barrio neuquino, con la misma sonrisa con la que se fotografía con los presidentes de Francia, Francois Hollande, y de Argentina, Mauricio Macri. Va y viene, desde lo micro a lo macro. Desde la obra de conexión de agua del EPAS, hasta las posibilidades de mayores negocios gasíferos con la Total.


Sus ministros trabajan concentrados. En lo social, el ministro de Ciudadanía, Gustavo Alcaraz, propicia una inédita apertura y llegada desde el MPN a sectores sociales que en algún momento fueron reducto exclusivo del progresismo ganado por el peronismo más kirchnerista o la izquierda. En lo económico, se comienzan a ver algunas jugadas interesantes desde el ministerio de Producción y Turismo que conduce José Brillo. Es muy pronto todavía, pero se muestra ya la estrategia concreta: no repetir el fracaso de la línea más hablada y menos concretada de la larga continuidad del proyecto emepenista: la reconversión económica, el quiebre del monocultivo extractivo de los hidrocarburos.


Se espera, por lo pronto, que el respaldo anunciado en general por Macri y respaldado por su ministro de mayor cercanía con las provincias, Rogelio Frigerio, se siga concretando. Aquel 15 por ciento histórico que se le recortó a la coparticipación federal, volverá en cuotas anuales en cinco años, a razón de 3 por ciento por año: implica un aumento de recursos. Se espera el sinceramiento tarifario con el gas, que implicará el nuevo sendero de precios para la producción de ese hidrocarburo. Se espera también el acuerdo con los holdouts, inminente, que implicará para Neuquén cerrar el financiamiento para el año y para buena parte del 2017, con la colocación de bonos en dólares ya aprobados, el año pasado, por la Legislatura.


No habrá presupuesto equilibrado en estas épocas, sino acrecentamiento del déficit. La cara del éxito posible, para el gobierno de Gutiérrez, es asegurar un financiamiento con mayor deuda: es el costo que demandará la previsibilidad en las cuentas públicas, siempre en etapas que no podrán ir más allá de los seis meses de proyección, en este agitado esquema inflacionario, con tendencia al paro del consumo, que tiene la Argentina.


Rubén Boggi


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