En plena resaca del Brexit, una docena de parlamentarios británicos presentó la semana pasada en Westminster un proyecto de ley para impulsar la devolución de los denominados "mármoles de Elgin” a Grecia.
Los diputados, proeuropeos y de varios partidos (laboristas, liberal-demócratas, el nacionalista escocés SNP o el galés Plaid Cymru; ningún tory), volvieron a poner sobre la mesa la añeja pelea entre Atenas y Londres -y por extensión, entre el resto del mundo expoliado y las antiguas metrópolis- sobre derechos patrimoniales, legado histórico e identidad cultural.
El robo perpetrado por Elgin, a la sazón embajador británico ante la Sublime Puerta (Imperio otomano), dejó al templo dedicado a la diosa Atenea Parthenos (una de sus invocaciones, de ahí Partenón) demediado, sin metros del friso y un centenar de metopas.
La Acrópolis vivía tiempos oscuros, y sus templos servían de aprisco, polvorín o mezquita, entre otras funciones espurias, de manera que la rapiña pasó desapercibida.
Pero desde los ochenta, gracias a la actriz Melina Mercouri, durante un tiempo ministra de Cultura, la campaña de la devolución fue ganando entidad, y hoy personalidades como Bill Clinton, Georges Clooney -su esposa, abogada, acaba de asesorar al Gobierno grieg- o Vanessa Redgrave respaldan la restitución de los mármoles.
El nuevo museo de la Acrópolis tiene espacio más que suficiente para albergar los miembros expoliados ya que su galería dedicada al friso del Partenón muestra, junto a los relieves que quedaron en Grecia, imponentes vacíos: los de las piezas que se exhiben en Londres.