Nido Fiú Fiú

Todo lo que está bien

¿Es posible hacer un jean sin género y que nos quede bien a todas y todos? ¿Es posible fabricar ropa de calidad en circuitos de economía popular y con procesos 100% cooperativos?  La diseñadora Mercedes Krom tuvo las respuestas antes de que surgieran las preguntas. Limay es todo lo que está bien.   
miércoles, 9 de octubre de 2019 · 09:25

Por María Elena Baggio, periodista de moda.  

Mechi, tiene 33 años, es nacida y criada en Cutral Co, nómade patagónica –se mudó trece veces y fue a ocho colegios durante su adolescencia-, hasta que llegó a Buenos Aires a los 15. No viajaba sola, iba de la  mano de su familia y con mucho bagaje a cuestas. De andar pausado, “típico del interior”, como le decían sus pares, cuenta que tuvo una infancia feliz, “ser chica en esos lugares es espectacular, empatizás con el otro naturalmente, te da otra forma de ser y de vivir”, rememora orgullosa.

Mucho de eso que mamó en el Sur terminó de tomar forma en su proyecto con el cual emprende desde hace un año y medio. “Limay denim es mi marca, soy yo, es como me visto. Habla de dónde vengo y de los valores que quiero mantener”, cuenta sin rodeos.

Los jeans Limay están realizados íntegramente en cooperativas textiles con condiciones que fortalecen el trabajo digno de sus trabajadoras. Foto de Florencia Antico.

Agua trae
Su camino no fue directo a la fama. Tuvo varios años de estudio, trabajo, separaciones, sensibilidad social, autoconocimiento y apuesta fuerte.  “Me llevó 10 años entender qué quería hacer”, confiesa. De chica se envolvía con las cortinas de su casa simulando largas polleras, le encantaba el diseño, cortar, coser, armar, aunque todavía no se imaginada diseñadora. Primero estudió fotografía, luego comenzó la carrera de Diseñadora de Indumentaria en la Universidad de Palermo y a partir de ahí todo fue encontrando su cauce. Se metió de lleno en los procesos de fabricación de jeans de marcas como Levis, María Cher, Grisino, Bowen, Vitamina, y se volvió “industrial”, como le gusta definirse.  “Viajaba todo el tiempo a las fábricas en General Pico, La Pampa, para supervisar los procesos. Hacer jeans tiene muchos pasos, es un rubro muy técnico y cuando es a mucho volumen hay que estar encima de cada detalle. Si bien me encantaba estar metida entre las máquinas después de un tiempo empecé a notar que había algo que ya no fluía”, recuerda.

Corría el 2017, su río interior sonaba y ella empezó a escucharse. Sentada a la mesa de un bar, en charla con una amiga, le encontró la vuelta. Juntas hicieron una lista de las cosas que quería para su futuro: “Enseñar, aprender, horarios flexibles, trabajo industrial, cooperativismo”. Tomó la decisión, largó todo y se sumergió a emprender un proyecto propio con el denim como hilo conductor.  Se asoció a ENREDO, una cooperativa textil de mujeres, donde trabaja sin horario, comparte sus saberes y cranea ideas en tribu. Fue en la búsqueda de nuevos procesos productivos que fueran respetuosos de las condiciones laborales de las trabajadoras, priorizó fortalecer economías populares y entró de lleno en el círculo virtuoso del cooperativismo.

"El mundo de las marcas comerciales es muy frío y yo busco lo contrario", asegura Mechi Krom. Foto de Joaquín Soler.

 

La vida en jean
“Elegí hacer jeans porque es lo que más me gusta. Es un producto muy democrático que además se vende todo el año, así que usé mis ahorros y empecé con Limay. Lo llamé así porque de alguna manera era volver a mis raíces, a mi interior”, reflexiona.  Cada una de sus piezas son fabricadas en distintas cooperativas garantizando el trabajo digno y eso está detallado en las etiquetas que acompañan a las prendas. “Mi objetivo es mantener los valores y costumbres de los negocios que atendían nuestros abuelos, donde la relación era más directa, más transparente, donde se podía conocer quien hacía cada cosa.  Se valoraba el trabajo manual y no daba lo mismo que lo hiciera una persona o una máquina. Con Limay quise volver a eso, contar quien está involucrado en cada paso, quien corta la tela, quien confecciona, quien hace los lavados. El mundo de las marcas comerciales es muy frío y yo busco lo contrario”, señala. Limay no tiene local propio, ¿para qué? Fiel a su filosofía, vende en dos locales multimarcas de Buenos Aires donde comparte espacio junto a otros emprendedores,  y a través de su cuenta de instagram y shop online, con la que llega a todo el país. 

 

Acciones positivas y alianzas que suman. Nada puede fallar. Foto de Florencia Antico.

Genderless
Su clientela es amplia, variada e inclusiva. Sus jeans, también. “Le saque el prejuicio de a quiénes van dirigidos los jeans que hago”, explica Mechi. “Fabrico dos modelos de pantalones de tiro alto, uno chupin y otro de corte Mom, de denim rígido y pierna holgada. La curva de talles es amplia, va del 24 al 42, o lo que en otras épocas era del 34 al 52. “Me preguntan si es de hombre o de mujer y yo les digo que se lo prueben, un jean es un jean, te tiene que quedar como a vos te guste, si usas más ajustado un talle menos y si te gusta suelto uno más”, simplifica Mechi con total naturalidad. El boca a boca funcionó, el calce fue aprobado y enseguida empezaron a llegar mensajes y fotos de sus seguidores a su cuenta de Ig. compartiendo el amor por Limay.

A partir de ahí la historia cobró más sentido, una nueva propuesta colaborativa llegó a sus manos y Mechi lo hizo de nuevo. “Había que hacer algo con un stock de tela que había en una de las cooperativas en las que yo colaboro, me la dieron al costo y pensé que de lo que de ahí surgiera tenía que tener un efecto positivo en alguien más. En paralelo a idear esa producción conocí la labor del Bachillerato Popular Travesti-Trans Mocha Celis -que funciona en ciudad de Buenos Aires- y enseguida empaticé con su causa. Fusionamos nuestros ideales y salió el “Chupin Mocha”, un jean chupin negro para todes, con el cual el 25% de lo recaudado de su venta se destina a la escuela para equipar una sala de computación”, describe vía teléfono. 

“Limay por Mocha Celis”, se cocinó durante varios meses y floreció hace un mes. Su espera valió la pena, es fruto de un proceso ciento por ciento cooperativo y su objetivo final va mucho más allá de colaborar con la primera escuela secundaria con orientación en diversidad de género, sexual y cultural, ¡que funciona hace 8 años!. “Mocha para mí es un punto de quiebre. Con esta alianza pude sintetizar los valores de mi marca en una prenda y a la vez visibilizar el trabajo de “la Mocha” como espacio educativo inclusivo y no excluyente”, relata.

La profesora de inglés del Bachillerato, Maryanne Lettieri, posa con sus Limay y modela para la campaña. Gentileza de Bachi Mocha Celis

Y así fue que casi sin proponérselo sus jeans hoy se ubican en la zona del perchero amigable, al que se llega después de bucear en las mareas bravas de marcas comerciales. Meterse en un Limay es sentirse abrazado por la comodidad, esa que fluye al ritmo de los ríos patagónicos. Una vez que lo probaste no te deja ir, igual que sus aguas. Es que Limay viste la diversidad y en ella confluimos todes. Aplausos de pie. 

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Chupin Mocha 🖤👖 . @mochacelis . El triángulo es un sticker, q decirles lo bello que esss . . . Fruto de un proceso 100% cooperativo y con el objetivo de destacar la labor del Bachillerato Popular Travesti-Trans Mocha Celis, espacio educativo inclusivo, público y gratuito; un 25 % de lo recaudado por la venta de esta prenda será destinado a la institución para construir una sala de computación, en pos de achicar la brecha tecnológica de sus estudiantes secundarios. Online en:https://www.limaydenim.com EN LOS LOCALES DESDE MAÑANA Sobre La Mocha: Con orientación en diversidad de género, sexual y cultural, el Bachillerato Popular Travesti-Trans Mocha Celis es un espacio educativo inclusivo y no excluyente, primero en su tipo a nivel mundial, creado para ofrecer una respuesta a la discriminación histórica sufrida por el colectivo. La Mocha es público, gratuito; y otorga títulos oficiales, siendo uno de sus ejes centrales el cooperativismo y el desarrollo comunitario. Fue fundado el 11/11/11, varios meses antes de que se aprobara la Ley de Identidad de Género en Argentina, hoy cuenta con más de 150 alumnxs (trans y no trans) que no sólo logran terminar sus estudios secundarios: son acompañadxs en sus trayectorias de manera integral por equipos interdisciplinarios. Aunque una parte de su planta está reconocida oficialmente, los gastos de mantenimiento, servicios y materiales de estudio son costeados a través de donaciones y eventos. Más en www.bachilleratomochacelis.edu.ar

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