Robinho pasó del cielo al infierno. Considerado por Pelé en 1999 como su heredero y una de las grandes estrellas brasileñas que brilló en Real Madrid, Milan y Manchester City, hoy cumple una condena de nueve años por una violación grupal cometida en Italia en 2013.
El delantero de 41 años se encuentra en la prisión de Tremembé, en San Pablo, luego de que la justicia de Brasil rechazara su último recurso para recuperar la libertad. En un video publicado por el Consejo Comunitario Taubaté, Robinho detalló su vida diaria dentro del penal, negando rumores sobre privilegios o problemas psicológicos.
“Nunca he tenido ningún tipo de beneficio. Las visitas son los sábados o domingos. Cuando mi esposa no viene sola, viene con mis hijos. Mi dieta, mi horario de sueño, todo es igual que con los demás reclusos. Si queremos jugar al fútbol, está permitido los domingos, cuando no hay trabajo”, afirmó. Además, subrayó que no ejerce liderazgo alguno dentro de la prisión y que su objetivo es cumplir con la rutina y respetar las reglas del penal.
La penitenciaría Dr. José Augusto César Salgado P2, conocida como la “cárcel de los famosos”, alberga a 430 internos repartidos en celdas de 9 a 15 metros cuadrados, con capacidad de hasta seis personas por celda.
Robinho también se refirió a la causa que lo llevó a la cárcel: “Tuvimos una relación superficial y rápida. Intercambiamos besos, después de eso me fui a casa. Podría haberlo negado, porque mi ADN no está ahí. Pero no soy un mentiroso”. Según asegura, aún tiene pruebas que demostrarían su inocencia, pero fueron ignoradas por la Justicia italiana.
El ex jugador, que disputó dos Mundiales con Brasil, insiste en que la prisión tiene un objetivo de resocialización y reeducación, y que él cumple su condena con la cabeza fría, tratando de mantener la normalidad dentro de un entorno marcado por la estricta disciplina y la rutina penitenciaria.