La atención del mundo del tenis estuvo puesta esta semana en Bolonia, Italia, sede de una nueva edición de la Copa Davis, el histórico torneo por equipos que reúne a los ocho países más fuertes del circuito. Allí, Argentina —campeona en 2016— llegó con grandes expectativas, tras superar a Países Bajos y consolidar un equipo que viene creciendo bajo la conducción del extenista Javier Frana.
El conjunto nacional rozó la hazaña: cayó 2 a 1 ante Alemania en una serie extremadamente pareja y quedó a un paso de meterse entre los cuatro mejores. El inicio había sido alentador. Tomás Etcheverry abrió la jornada con un triunfo resonante frente a Jan-Lennard Struff, dándole al equipo argentino la primera ventaja.
Sin embargo, Alemania reaccionó rápido. El número 3 del mundo, Alexander Zverev, igualó la serie al imponerse sobre Francisco Cerúndolo, la mejor raqueta del país. Todo quedó entonces en manos del dobles, donde Andrés Molteni y Horacio Zeballos —una dupla de enorme jerarquía— no lograron cerrar la serie y terminaron cayendo ante los alemanes en un partido ajustado.
Zeballos atraviesa uno de los mejores momentos de su carrera: este año se consagró campeón de Grand Slam junto al español Marcel Granollers y conforma una de las parejas más sólidas del circuito. Aun así, el dobles alemán aprovechó cada detalle y se quedó con el punto decisivo.
Argentina estuvo realmente cerca de acceder a las semifinales, donde la esperaba España. Pero no fue la única selección afectada por un calendario cada vez más exigente: esta edición de la Davis tuvo bajas importantes, entre ellas la del italiano Jannik Sinner. Carlos Alcaraz, que venía de perder la final del Masters, también decidió bajarse por cuestiones físicas.
La situación reavivó el debate sobre la densidad del calendario profesional y la necesidad de que la ATP y la ITF revisen formatos y fechas para asegurar que los jugadores lleguen en mejores condiciones a un torneo tan emblemático como la Copa Davis.
A pesar de la eliminación, Argentina volvió a ubicarse entre los ocho mejores del mundo y cerró un año positivo como conjunto. Las ilusiones eran altas, especialmente al recordar la histórica consagración de 2016 en Croacia con Juan Martín del Potro como figura. Esta vez, sin embargo, el rival fue un equipo alemán sólido y oportunista, que capitalizó al máximo los pequeños detalles, sobre todo en el dobles.
La sensación final es de orgullo y de que el camino continúa: Argentina demostró nivel competitivo y quedó, literalmente, en la puerta de una nueva semifinal mundialista.