La Selección argentina, vigente campeona del mundo, enfrenta un escenario tan raro como privilegiado en la previa del Mundial 2026: le sobran jugadores. Lejos de aquellos tiempos de recambio incierto, Lionel Scaloni hoy convive con un plantel amplio, competitivo y con múltiples variantes en cada línea. La frase que dejó hace un tiempo, “estamos pasados de jugadores”, pasó de ser una reflexión sobre una convocatoria amplia a transformarse en la radiografía exacta del presente albiceleste.
El cuerpo técnico sostiene como columna vertebral al grupo que levantó la Copa en Qatar, pero el crecimiento de la nueva generación desafía cualquier comodidad. Futbolistas que brillaron en la Sub 20, juveniles que irrumpieron en Europa y jugadores que explotaron en sus clubes ampliaron el margen de opciones hasta superar por varios cuerpos los 26 cupos que autoriza la FIFA.
Scaloni lo sabe: nadie tiene el lugar asegurado. Los amistosos previos funcionarán como filtro natural para definir quiénes llegan con ritmo, quiénes mantienen nivel de selección y quiénes pueden aportar soluciones en un calendario que exigirá frescura y versatilidad. La interna, más que nunca, será una competencia feroz.
Mientras nombres asentados como Julián Álvarez sostienen un rendimiento de elite, la aparición de talentos jóvenes como Franco Mastantuono dibuja el futuro inmediato del ciclo. Al mismo tiempo, el seguimiento a futbolistas como Lautaro Rivero o Aníbal Moreno demuestra que la puerta de la Selección sigue abierta, pero bajo una condición innegociable: quien no esté al 100%, no viajará.
A seis meses del Mundial, Argentina se encuentra frente a un “problema” que cualquier selección envidiaría: demasiados candidatos y pocos pasajes. Abundancia, renovación y un plantel cargado de variantes. Scaloni deberá tomar decisiones difíciles para llegar a la cita con la lista justa, en un momento histórico donde el campeón del mundo rebalsa talento por donde se mire.