Con apenas 17 años, Lamine Yamal no solo se ha convertido en una pieza clave del FC Barcelona. También ha encendido en los hinchas la memoria de aquel otro chico zurdo que, desde la misma Masía, cambió para siempre la historia del club: Lionel Messi. A horas del cruce frente al Inter de Milán por la semifinal de la Champions League, el adolescente prodigio carga, sin buscarlo, con el eco de una historia que parece repetirse.
En 2009, Messi tenía 21 años y lideraba un equipo que entró en los libros de oro del fútbol europeo: el famoso Barcelona de Guardiola, que consiguió el primer triplete de la historia culé. Hoy, más de una década después, es Yamal quien corre por la banda derecha del Camp Nou, con desparpajo adolescente y la misma visión precoz que alguna vez mostró el rosarino.
Su zurda es poesía en movimiento; su cabeza, fría como la de un veterano. Su edad, un recordatorio de que a veces el talento no espera. La realidad indica que a sus cortos 17 años Yamal se empieza a convertir en una de las mas grandes promesas del fútbol. Lo que faltará es ver si realmente puede convertir ese talento en algo sostenido en el tiempo hasta ser una leyenda, o si simplemente se trata de una buena temporada juvenil.
Una semifinal histórica… y una oportunidad dorada
El Barcelona vuelve a pisar una semifinal de Champions luego de años de frustraciones europeas. Lo hace sin Messi, sin Suárez, sin Neymar. Pero lo hace con un equipo que combina juventud, hambre y una nueva generación formada –otra vez– en casa. Lamine es el símbolo más claro de esta renovación.
Junto a Rafinha, el extremo brasileño que ha crecido considerablemente durante el ultimo año, la capacidad goleadora de Robert Lewandoski, y la potencia de jovenes como Ferran Torres, Gavi o Pedri. Sin embargo, es Yamal el que se lleva los destellos de las cámaras de un estadio que espera sus goles y asistencias.
Su impacto ha sido inmediato: asistencias milimétricas, goles en momentos clave y una capacidad de desequilibrio que no solo lo hace titular en un equipo plagado de estrellas, sino que lo ubica como una de las mayores promesas del fútbol mundial. Ante el Inter, tendrá frente a sí la posibilidad de meterse en una final europea a una edad en la que la mayoría de sus compañeros de colegio aún están rindiendo exámenes.
Ecos de Messi: ¿herencia o coincidencia?
Compararlo con Messi es tan inevitable como injusto. Son jugadores distintos, en contextos distintos. Pero hay datos que lo acercan: ambos zurdos, ambos con raíces inmigrantes (Yamal es hijo de padre marroquí y madre ecuatoguineana), ambos irrumpieron en el primer equipo con una mezcla de osadía y dulzura en el trato del balón que descoloca a cualquier defensor.
En 2009, Messi se consagró en Roma con un gol de cabeza ante el Manchester United. Hoy, Lamine no tiene aún la estatura –ni literal ni simbólica– para emular ese momento, pero sí el mismo escenario de ilusión. En silencio, va escribiendo su camino.
A diferencia de Messi, que llegó al primer equipo con más anonimato y menos redes sociales, Yamal crece en el ojo del huracán mediático. Cada partido es analizado con lupa. Cada error, viral. Pero también cada jugada brillante es amplificada por millones. El club ha sido cauto en su manejo, dosificando minutos y cuidando sus apariciones públicas. Xavi, que también fue parte de aquel glorioso 2009, lo ha definido como “un jugador especial, diferente, con una inteligencia natural para el juego”.
El sueño del triplete
El Barça sigue con vida en tres frentes: Champions, La Liga y Copa del Rey. El sueño del triplete no es una fantasía, pero sí una quimera que solo podría concretarse si todo el engranaje colectivo responde. En ese esquema, Lamine Yamal es más que una promesa: es una realidad. ¿Podrá la joya de la Masía levantar el triplete como consiguió Messi en 2009?
Su fútbol conecta con una generación que no vivió el mejor Messi, pero que puede ver en Yamal una nueva página por escribir. La historia no siempre se repite, pero a veces rima. Y hoy, en Barcelona, el presente y el pasado parecen conversar.