Este domingo, la Liga de Fútbol del Neuquén (Lifune) vivió un momento histórico: por primera vez, una mujer fue la encargada de impartir justicia dentro de un campo de juego en un partido oficial masculino de Primera División. Se trata de Muriel Lillo, quien debutó como árbitra principal en la cancha del Club Don Bosco de Zapala, durante el cruce por octavos de final de la Copa Neuquén frente a Unión Vecinal.
El dato no es menor: se trata de una de las canchas con más tradición futbolera de la provincia, y hasta ahora, nunca una mujer había dirigido un partido de esta categoría en ese escenario. Con este debut, Lillo no solo rompió una barrera simbólica, sino que abrió el camino para que muchas otras puedan seguir sus pasos.
Durante el encuentro, su actuación fue firme, equilibrada y profesional. A pesar de la intensidad propia de una instancia definitoria, y los reclamos que surgieron —principalmente desde el equipo visitante—, Lillo mantuvo el control del juego en todo momento, demostrando su formación y carácter.
Su presencia en el campo refleja un cambio de época en el fútbol neuquino, donde cada vez más mujeres se forman y compiten por un lugar que durante décadas les fue vedado. Lejos de ser solo un gesto simbólico, el arbitraje de Muriel Lillo mostró que está a la altura de cualquier desafío dentro del deporte provincial.
Formada en las nuevas camadas de arbitraje, con pasión y vocación, Muriel Lillo representa a una generación que no pide permiso, sino que se gana su lugar en la cancha. Su debut no sólo fue histórico: también fue un paso firme hacia un fútbol más inclusivo y equitativo.